ARTÍCULO PUBLICADO EL 20 DE ENERO DE 1996

Marcelino Camacho: "Me han satanizado"

El relegado presidente lanza una dura carga contra la actual dirección

F. J. DE PALACIO / A. FUENTES

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Marcelino Camacho, histórico sindicalista desde hace 61 años, aseguraba ayer que "jamás" en toda su vida se había encontrado "en una situación como ésta". Tras las votaciones que primero le dejaron sin funciones en su cargo y después le quitaron su histórico puesto de presidente del sindicato, resumía en una frase la operación emprendida por Antonio Gutiérrez: "Me han satanizado, este voto de castigo es una vergüenza".

Camacho se ha convertido en el centro de gravedad del congreso de CCOO, que se dividió violentamente en partidarios y detractores del militante con el carnet número 1 de CCOO. Ni la persecución franquista que sufrió Camacho ni los 14 años que estuvo en prisión evitaron su salida por la puerta falsa. Ayer la mayoría del sindicato lo relegó a una figura simplemente para la historia, convirtiéndole en un jubilado con una pensión de 50.000 pesetas obtenida gracias a su trabajo de maestro fresador en la Perkins.

Camacho aseguró que este sindicato no era el que conoció. Al no dejar entrar a miembros del sector crítico en los cargos ejecutivos, según Camacho, "se suprime el sistema de representatividad y, además, se quita las funciones al presidente del sindicato".

Pero sus críticas iban más lejos cuando hablaba de la gestión de Antonio Gutiérrez cuando afirmaba que "se ha colaborado con el felipismo y con el pujolismo por su escasa resistencia a la política económica del Gobierno". Según dijo, CCOO ha caído en "un apoliticismo de vía estrecha" porque ha faltado una presión sostenida en la acción sindical después de las huelgas generales, como las llevadas a cabo en Italia o en Francia.

Con la insignia al mérito constitucional en la solapa, recordaba con la voz temblorosa, poco antes de que los delegados votasen la enmienda para rebajar su papel, que es el "obrero español más condecorado", y a continuación se sacaba de un bolsillo de su americana un fajo de cartas de militantes, amigos y simpatizantes. "Me dicen que han llorado al ver lo que quieren hacer conmigo", dijo.

Marcelino Camacho consiguió hablar ante el plenario después de la primera bronca de los críticos que solicitaban su contestación al informe de Gutiérrez y gracias a que su mujer subiera al estrado a pedir, personalmente, su intervención al presidente de la mesa. Josefina salió entre aplausos levantando el puño como en las viejas luchas.

Camacho dijo que la unidad en CCOO se debe basar en el respeto a los principios del sindicato y acusó a Gutiérrez de encabezar un proyecto sindical que identificó con la "socialdemocracia de derechas". A su juicio, el derecho de huelga se ha limitado y el sindicato peca de excesiva "burocracia y dirigismo en el voto".

Pero lo más grave, según dijo, es el carácter "autocrático y dictatorial" de la ejecutiva al no permitir un debate sobre la función de la presidencia. Camacho advirtió que la dirección no tendría la valentía para consultar las bases en un referéndum porque "lo perderían".

El líder sindical se lamentaba finalmente que se reconociera su labor "en la calle y en los libros, pero no en el sindicato. La historia no les perdonará lo que me han hecho".