Los frentes abiertos

Los grifos de Mohamed VI

Marruecos siente que España no agradece su lucha contra el terrorismo y la inmigración ilegal H Rabat presiona para que Madrid respalde su dominio sobre el Sáhara Occidental

En la frontera 8 Dos policías españoles, frente a la tierra de nadie que separa Melilla de Marruecos, ayer.

En la frontera 8 Dos policías españoles, frente a la tierra de nadie que separa Melilla de Marruecos, ayer.

ANTONIO BAQUERO / SARA GONZÁLEZ
BARCELONA

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Las crisis entre España y Marruecos se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. La anterior comenzó con la no renovación del acuerdo pesquero y acabó con el conato bélico del islote del Perejil. «Hace 24 horas que el secretario de Estado de EEUU está ocupado con un islote que apenas podemos localizar en el mapa»,le espetó en el 2002 Colin Powell a la entonces ministra española Ana Palacio. Por eso, el actual Gobierno intenta evitar que la tensión en Melilla se dispare. Pero los intereses cruzados son tantos que ambos países tienen la sensación de que el vecino les traiciona.

LOS FENÓMENOS De ser un cómplice a luchar sin cuartel

La monarquía marroquí sabe jugar sus cartas. Durante años ha presionado a España abriendo y cerrando el grifo de la inmigración clandestina y del tráfico de hachís. El punto álgido se produjo en otoño del 2005: cientos de subsaharianos saltaban cada noche las vallas de Ceuta y Melilla mientras decenas de pateras alcanzaban las costas de Cádiz. A cambio de importantes ayudas económicas, Marruecos se comprometió a poner freno a ambos flujos. Y lo hizo. Actualmente, tanto las pateras como los asaltos a la alambrada son una rara avis. Lo mismo pasó con el tráfico y el cultivo de hachís, cuya superficie se ha reducido de las 134.000 hectáreas en el 2003 a unas 60.000. Es decir, los marroquís cumplen sus compromisos, no tanto por cariño hacia España como por mantener el trato preferente de la UE. Con lo que la monarquía alauí no especula es con el terrorismo islamista, al que combate sin compasión. Pero Rabat siente que España no le agradece los enormes esfuerzos que hace en luchar contra estos tres fenómenos.

LA EXCOLONIA Una herida que supura ante cualquier gesto

Lo que Marruecos pide a España tiene un nombre: el Sáhara Occidental. Mohamed VI considera que conservar la excolonia es clave para el futuro de su país y quiere que España avale totalmente su dominio sobre ese territorio. Sin embargo, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero persiste en mantener una postura neutral, alineándose junto a la ONU. Rabat reclama su apoyo y subraya que España«debe asumir sus responsabilidades en la descolonización incompleta del territorio».Eso ha abierto una herida que supura ante cualquier gesto español que insinúe un apoyo a la causa saharaui. El resquemor se hizo patente a finales del 2009 con elcaso Aminetu Haidar,la activista que fue expulsada de El Aaiún por negarse a escribirmarroquíen la casilla de la nacionalidad de la ficha de ingreso al país y que protagonizó una huelga de hambre en Tenerife. A Marruecos aún le duele la«tibieza»con la que cree que España actuó.

Prueba del distanciamiento que causó ese incidentes es que la Embajada de Marruecos en Madrid lleva huérfana casi siete meses. La frialdad con la que el Ejecutivo español recibió la designación del nuevo embajador marroquí ha llevado al rey Mohamed VI a demorar el nombramiento oficial de su representante diplomático. Rabat propuso al saharaui Ahmedu Uld Suilem, pero su nombramiento fue aceptado a regañadientes por España, pues Suilem formó parte durante más de 30 años del Frente Polisario y en el 2009 se pasó a Marruecos.

EL INCIDENTE El vuelo de helicóptero que molestó al rey

En una monarquía ejecutiva como Marruecos, donde el rey lo decide prácticamente todo, el estado de ánimo de Mohamed VI suele dictar la política exterior. Por eso, una razón de la actual tensión es el enfado del monarca marroquí por el helicóptero español que abastece la guarnición militar del peñón de Alhucemas. Según los medios de comunicación del país, los vuelos molestaron a Mohamed VI en junio, cuando descansaba en un yate fondeado en la bahía. Incluso sospecha que fue fotografiado. Aunque el Ministerio de Defensa los anuló, el monarca considera que la medida no es suficiente.

LA ESTRATEGIA Capacidad de incidir en la política española

La monarquía marroquí ha constatado de nuevo su capacidad para incidir en la política española. «Ponen a unos activistas en la frontera y ven cómo el Gobierno y oposición se despellejan», explica un diplomático español, que no descarta que tras el bloqueo haya una estrategia de presión a largo plazo sobre Ceuta y Melilla. Los supuestos que baraja son dos.«El primero ¿explica¿ es que Rabat, consciente de la debilidad del Gobierno de Zapatero, intente obtener ventajas que sabe que no tendrá con un PP antimarroquí». Pero hay una posibilidad que, según este mismo diplomático, preocupa mucho más:«Quizá Marruecos haya hecho una lectura tremendista de los problemas de salud de Juan Carlos y crea que es el momento, como hizo con la Marcha Verde durante la agonía de Franco, de lanzar un órdago sobre Ceuta y Melilla».