estimación de voto en las autonómicas

PSC y ERC se desploman y ponen la mayoría absoluta al alcance de Mas

CARLES COLS / Barcelona

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Artur Mas –pronostica el Barómetro Político de Verano del GESOP para EL PERIÓDICO– va camino de hollar la cumbre de la mayoría absoluta en las próximas autonómicas y, en consecuencia, de hundir al PSC en una crisis de un calado hoy por hoy insondable. Entre 65 y 67 escaños obtendría CiU si las elecciones se celebraran ahora. El PSC caería dentro de una horquilla de 30 a 32 diputados, una derrota sin precedentes para los socialistas. Ni siquiera en tiempos del rodillo parlamentario que manejó Jordi Pujol entre 1984 y 1995 un cabeza de lista del PSC había tenido que cavar las trincheras de la oposición con tan poca tropa. Esquerra, según la encuesta, se precipitaría de 21 a 12 o 13 diputados y vería al PP colocarse como tercera fuerza del Parlament, con 13 o 14. Como un planeta de enorme fuerza gravitatoria, CiU atrae a votantes desencantados de prácticamente todos sus adversarios (hasta un 18% del PSC), excepto de ICV-EUiA, que por el hecho de estar políticamente en el otro extremo de la galaxia convergente termina por ser la única pata del tripartito que resiste el cambio de ciclo que se avecina.

Solo en las ya lejanas elecciones autonómicas de 1984 Pujol dio un salto mayor que el que ahora prevé el barómetro. En aquella ocasión, CiU pasó de 43 a 72 diputados y, con ello, no solo se convirtió en amo y señor de la política catalana, sino que sentó las bases para ejercer hasta 1996 de árbitro de la política española. Por eso, una de las más singulares revelaciones que ofrece la encuesta es que todo debate sobre posibles pactos postelectorales (¿se casará Mas con Esquerra, con el PP o alumbrará la mil veces profetizada sociovergencia?) es un blablablá sin futuro. El líder de CiU tiene al alcance de la mano gobernar Catalunya sin ataduras y, al mismo tiempo, ser la torre que decide las partidas en el tablero de la política española. ¿Por qué? Porque, según el sondeo, Mas puede conquistar parcelas de poder a las que ni siquiera pudo aproximarse el todopoderoso Pujol.

LASTRE EN LA MOCHILA / Primera conquista: la encuesta revela que, si de elecciones generales se tratara, CiU reduciría a menos de cuatro puntos la tradicional ventaja con la que los socialistas catalanes han vencido a todos sus oponentes en las legislativas españolas. En enero de 1980, por ejemplo, la ventaja, según el barómetro, era de casi 25 puntos. Conclusión: José Luis Rodríguez Zapatero es un lastre en la mochila electoral de José Montilla.

Segunda conquista: CiU crece gracias a la fidelidad de su electorado (el 88,1% repetirá) y a los supuestos trasvases de voto de desencantados de otras opciones políticas. Pero, geográficamente, ¿dónde? Esa es otra de las revelaciones del barómetro. En Barcelona ciudad, la federación nacionalista puede cosechar hasta el 38,6% del voto emitido. Conclusión: las murallas de la ciudad han caído. El alcalde Jordi Hereu, al igual que Zapatero, parece ser otro lastre para Montilla.

CRISIS ECONÓMICA / La crisis económica, evidentemente, es la razón de fondo que se intuye que está a punto provocar un cambio de ciclo en la política catalana y, por extensión, en la política española. No obstante, la encuesta revela con cristalina transparencia cómo CiU no aguarda simplemente a que la fruta madura caiga del árbol. Los controvertidos flirteos de Mas con el independentismo se comprenden mejor encuesta en mano. Los catalanes, en resumen, ven con simpatía la promesa de la secesión pero creen que todavía no ha llegado el momento de convocar un referendo de estas características.

Es, letra por letra, la estrategia que Mas ha propuesto en público, con el añadido de que sabe, además, hasta qué punto el problema de la desafección que tanto teme Montilla ha echado raíces en el propio PSC. El 35,2% de los simpatizantes socialistas confiesan en la encuesta su cada vez mayor proximidad al en una hipotética papeleta de votación. Y el líder de CiU sabe, además, que esa estrategia no incomoda entre sus votantes, pese a las reiteradas protestas de Josep Antoni Duran Lleida. El 56,5% se declara hoy partidario de la independencia.

Las próximas elecciones autonómicas, por otra parte, pueden consolidar un fenómeno creciente en las últimas citas con las urnas. Es el voto en blanco, fuente de apasionados debates y tertulias en la jornada posterior a las elecciones y, que según el barómetro se situará como tercera opción preferida por los catalanes. Es un voto urbano, de nivel de estudios alto y, salvo en mayores de 60 años, que ya no es solo joven.

MENOS GRUPOS / La encuesta, por último, pronostica un reducción del número de grupos parlamentarios en la Cámara catalana (Ciutadans quedaría fuera con un voto estimado del 1,2%). Dicho de otro modo: la teoría de la atomización del arco parlamentario, una hipótesis que, según algunos analistas, podría abrir hasta el infinito la aritmética de los pactos poselectorales, parece haber muerto. Reagrupament, por ejemplo, con el 1,3% del voto estimado, supera en una décima a Ciutadans, pero es una inútil victoria que no le daría entrada al hemiciclo de la Ciutadella. De la constelación de aspirantes a escaño (Joan Laporta, UPD...) solo el xenófobo Josep Anglada aparece de forma muy testimonial en la encuesta. Podría obtener el 0,4% de los votos.