El análisis y la ceremonia
El 'selfie' de DeGeneres
Si el reparto de los Oscar resultó previsible, sin excesivos sobresaltos, otro tanto puede decirse de la propia gala. De nuevo, una celebración demasiada larga, con un promedio de chistes efectivos menor del esperado y elecciones dudosas por doquier. ¿Se puede arreglar esta celebración? Quizá robando a las anfitrionas de los Globos de Oro, Tina Fey y Amy Poehler.
Porque este año, al menos, Ellen DeGeneres resultó bastante poco inspiradora. El tradicional número de apertura brilló por su ausencia y el arranque fue un monólogo con chistes que fueron cayendo, uno tras otro, en saco roto. Bueno, uno se salvó, el que dirigió a Jonah Hill: «Nos enseñaste algo en esa película [El lobo de Wall Street] que no he visto hace mucho tiempo». En el filme Hill se toca su miembro viril
-una prótesis- en una fiesta. Y DeGeneres es lesbiana.
Durante el resto de la gala se mostró relajada, casi demasiado. Casi toda su participación se redujo a una broma -alargada hasta la saciedad- sobre traer pizza para el Hollywood & Highland Center y que las celebrities no desfallecieran. Ah, también colgó una selfie de la primera fila de actores (disparada por Bradley Cooper) que obtuvo el mayor número de retuiteos de la historia, superando la de Obama abrazando a su esposa después de ganar las elecciones en el 2012.
Bravo por la música. O al menos en un principio. Pharrell transmitió entusiasmo creíble en su actuación con Happy, y Karen O abordó el delicioso tema de Her junto al gran Ezra Koenig de Vampire Weekend. Esos momentos musicales dieron algo de lustre a una gala que se movía en terrenos movedizos: vídeos sin gracia -en torno a la vaga temática de héroes del cine-, ausencia de espectáculo y un puñado de presentadores a medio gas. Entre estos últimos, John Travolta, quien causó sensación en Twitter al cambiar el nombre de la cantante Idina Menzel por Adela Dazeem. Por cierto, Menzel se marcó una versión tan rápida del Let it go de Frozen que era fácil preguntarse si tenía algo importante que hacer después de los Oscar.
Para el recuerdo quedarán algunos speeches memorables. Jared Leto hizo la que creemos única mención a Ucrania y Venezuela. Paolo Sorrentino incluyó en sus agradecimientos a Maradona. Y Lupita Nyong'o hizo un derroche de elegancia y emotividad, además de recordarnos que «no importa de donde seas, tus sueños son válidos». Viniendo de ella, resultó creíble e inspirador.
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