Zizou, el mejor era Fabián O'Neill

Cristiano Ronaldo es el elegido histórico de Zidane en el Real Madrid. Como mínimo, se acaba de ventilar a Di Stéfano

Fabián O'Neill, a la izquierda, con el 'Loco' Abreu, en la concentración de la selección uruguaya previa al Mundial del 2002.

Fabián O'Neill, a la izquierda, con el 'Loco' Abreu, en la concentración de la selección uruguaya previa al Mundial del 2002. / periodico

ELOY CARRASCO

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Zinedine Zidane fue un día el número uno del mundo y tiene credibilidad, sabe de lo que habla. O eso parecía hasta que ha dicho que Cristiano  Ronaldo es el mejor jugador de la historia del Real Madrid. Sin ir más a fondo, como mínimo se acaba de ventilar a Di Stéfano. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. El obligado masaje de un entrenador al ego de su estrella debería tener un límite.

El mismo Zidane también dijo hace unos años que el mejor futbolista con el que había jugado en toda su carrera era Fabián O’Neill. Casi nadie sabe quién es Fabián O’Neill, pero a Zidane lo deslumbró de tal manera que siempre ha hablado de él en términos superlativos. O’Neill coincidió con ZZ en la Juventus. Solo una temporada, la 2000-01. Era un centrocampista uruguayo ciertamente heterodoxo. Espigado (1,86), astutísimo y con una muy poco común habilidad para golpear  maravillosamente el balón con las dos piernas. En un partido, solo por joder, le hizo tres caños a Gattuso. Era un fenómeno. Tras cuatro temporadas de esplendor en el Cagliari lo fichó la Juve de Ancelotti en el banco y Del Piero y el propio Zidane en el campo. Pero había un problema. O’Neill bebía demasiado. Apenas resistió un año el rigor del gran club turinés y empezó a ir de capa caída.

EL DÍA EN QUE COMPRÓ 1.104 VACAS

Antes de cumplir los 30 ya se había retirado a su paraíso rural, Paso de los Toros, un pueblo a 250 kilómetros de Montevideo donde hoy, con 43 años, fondón y abotargado, pasa las horas en los boliches, con un whisky en la mano. De vez en cuando lo llaman para una entrevista, para que vuelva a explicar alguno de sus muchos desmanes, para que cuente de nuevo aquellas veces que Zidane proclamaba que él era el mejor futbolista que había tenido a su lado. Con simpleza de barra de bar, O’Neill recuerda sin rencor sus años de excesos. "Caballos lentos, mujeres rápidas y no quedó nada", resume sin rencor su desdicha, cimentada en el gusto por las carreras en las que tanto dinero quemó y en las tormentosas relaciones conyugales. "Plata y miedo nunca tuve". Siempre con un trago de sobra.

Muchas de sus desventuras constan en 'Hasta la última gota', biografía que fue un éxito en Uruguay. Para hacerse una idea de la dimensión de sus pasotes, los autores del libro, Federico Castillo y Horacio Varoli, narran que una mañana el Mago Fabián fue a una subasta de ganado, sin dormir y mamado hasta las trancas. Mientras en un monitor desfilaban los rebaños, él iba levantando el brazo, como un robot, activando así la transacción. Al final le tuvieron que decir que acababa de comprar 1.104 vacas, 250.000 dólares del ala.

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SALCHICHAS EN EL BURDEL

O’Neill tuvo una infancia muy poco convencional, por decirlo suavemente. Sus padres se desentendieron de él y lo crio una abuela. Durmió en la misma cama con ella hasta los 14 años, a los 9 vendía salchichas a la puerta de un burdel y ya bebía. Tampoco Cristiano Ronaldo fue un niño plenamente feliz, marcado por un padre alcohólico. Sin embargo, al revés que O’Neill, Cristiano se convirtió en un competidor inmenso, en un titán obstinado en alcanzar todas las metas que estaban por encima de sus posibilidades, seguramente inferiores a las de aquel Fabián que jugó con Zidane.

Encomiable empeño, pero todavía hay una gran distancia entre eso y ciertas bromas pesadas de la democracia como que Donald Trump gane las elecciones de Estados Unidos o que Cristiano Ronaldo saque el doble de votos que Messi en el Balón de Oro.