Gente corriente

Yulino Dávila: «Llegué a España con más libros que ropa en la maleta»

Poeta de cadencias de jazz. Tiene la casa tapizada con 5.000 libros y aun así es un usuario voraz de la red de bibliotecas públicas

«Llegué a España con más libros que ropa en la maleta»_MEDIA_2

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Gemma Tramullas

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¿Qué historia late tras uno de los nombres que figuran en eltop fivede los usuarios que más documentos sacan en préstamo de todas las bibliotecas de la provincia de Barcelona? Hay algo en el simple gesto de cubrirse la cabeza con una boina ladeada que delata el pedigrí bohemio de este poeta de origen limeño con debilidad por Paul Celan y César Vallejo.

-Si yo soy uno de los que más sacan, cómo será el que saca poco…

-Hombre, 40 o 50 documentos al mes como saca usted no está mal.

-Pero no todo son libros leídos, porque en casa ya tengo una buena biblioteca de 5.000 títulos. En su mayoría saco música y cada vez cargo el máximo de cedés permitido.

-¡Tiene más libros en su casa que muchas bibliotecas públicas!

-Es lo que dicen, que con 3.000 libros ya se puede abrir una biblioteca. Tengo apego a los libros, no como objeto, sino como medio para acceder a la cultura. Tras la muerte de Franco, cuando la dictadura aún imponía el toque de queda en Lima, un grupo de artistas nos vinimos a Europa. Entonces ya tenía una buena biblioteca, pero tuve que vender una parte para pagarme el pasaje. Aun así, llegué a España con más libros que ropa en la maleta.

-Nadie diría que una biblioteca de barrio pudiese tener interés para alguien como usted.

-En casa no me caben más libros ni puedo permitirme comprar toda la música que me gustaría. Lo que hago es consultar el catálogo por internet para saber qué biblioteca tiene lo que busco, y soy capaz de ir hasta la otra punta de Barcelona en busca de una canción.

-¿Frecuenta varias bibliotecas?

-La de Sant Antoni-Joan Oliver porque es la que me queda más cerca de casa, pero también la Vapor Vell,

Sagrada Família, Jaume Fuster, Francesca Bonnemaison, Sofia Barat, Fort Pienc, Andreu Nin, La Fraternitat-Barceloneta, Sant Pau, Joan Miró, Agustí Centelles...

-¿Y le compensa andar tantos kilómetros?

-Se pueden encontrar joyas como elLibro de los pasajes,de Walter Benjamin, que cuesta 100 euros, y lo último en jazz étnico de The Raah Project o Trilok Gurtu. Soy un enfermo del jazz y la música étnica. Trabajo escribiendo poesía, dibujando y pintando y siempre tengo música de fondo. En mis escritos se nota la influencia del jazz por la manera cómo utilizo las cadencias.

-Benjamin, The Raah Project... Caray con las bibliotecas. ¡Qué nivel!

-La cultura de calidad está ahí, pero hay que enseñar a escogerla. Esa alegría que te da ver a la gente leyendo en el metro se derrite un poco cuando ves que son superventas impuestos por el imperio Planeta.

-¿Qué le pasa con Planeta?

-En michiquititudde Barcelona, casi recién llegado, hice de lector para la editorial. Tenía que leer inéditos y a veces cosas que mandaban para el premio. Era una tortura y lo dejé por salud mental. Teníamos que calificar los manuscritos del 0 al 10 y yo estaba en la escala más baja de los lectores. No aprobé ninguno. Recuerdo haberle puesto a uno un -3 por agresión al lector y al idioma.

-¿Se puede encontrar algún libro suyo en la biblioteca?

-Pues no. Me han editado varios títulos en Perú y dos en España,Fusióny recientementeHebras de Malasaña. Pertenezco a la generación de artistas limeños Hora Cero, pero tanto allí como aquí solo un puñado de gente sabe de mi existencia.

-¿Con qué otros artistas anda en Barcelona?

-No ando con nadie en particular ni estoy en ningún circuito. Solíamos vernos asiduamente en cafés y bares con Enrique Vila-Matas y otros. Tenemos amigos comunes como Cristina Fernández Cubas, Carlos Trías o Javier Pérez Andújar con los que a veces hacemos tertulias gastronómicas en casa. Cocino yo,

-¿Y cómo lleva el anonimato?

-Bien, nunca tuve afán de figurar. Como dijo un amigo durante la presentación de uno de mis libros en Sevilla: «Mírenlo, este sí es un auténtico poeta marginal. Pueden tocarlo a la salida».