Al contrataque
Yo soy andorrano
A Andorra no se la ataca por corrupta sino solo porque es débil y no tiene quien la defienda
Ernest Folch
Editor y periodista
ERNEST FOLCH
Las guerras de verdad ya no se ganan con bombas sino con comunicados: lo sabía muy bien el Departamento del Tesoro estadounidense cuando hace unos días decidió bombardear una pequeña entidad bancaria andorrana con una noticia que ha provocado un terrible efecto dominó: en pocas horas, y sin tiempo para defenderse, ha caído un banco, ha ido a la prisión un consejero delegado, se ha tambaleado un sistema financiero y Andorra entera parece bajo sospecha. Las acusaciones deberán lógicamente ser juzgadas, pero da risa que de repente se haya decidido que la capital mundial del blanqueo sea un minúsculo principado cuando curiosamente la gran banca suiza, a pesar de la lista Falciani, nunca ha tenido que responder de ser un refugio para los evasores, los narcotraficantes, y los dictadores amigos. Da risa que se ponga el foco en BPA y no por ejemplo en HSBC, a no ser, claro, que sea porque uno de sus exconsejeros es ahora viceministro del gobierno de Cameron. Da risa que el sheriff global dé lecciones de transparencia cuando él mismo tiene en Delaware un paraíso fiscal donde, por cierto, operan decenas de filiales de las empresas de nuestro Ibex 35. Y es grotesco que el primer banquero preso en el mundo, linchado con total impunidad por la turba mediática, sea de repente de un banco andorrano y no, por ejemplo, de Lehman Brothers. El efecto colateral del tsunami ha sido un menosprecio hacia Andorra, un país al que ahora le quieren dar lecciones cuando lo único cierto es que su gobierno ha actuado con la celeridad que quisiera para sí Suiza, EEUU o esta España que cuando se trata de Bankia mira para otro lado.
Un país sorprendente
Y es que Andorra necesita menos lecciones y más respeto, y los que ahora la acusan de ser un invento o un narcoestado deberían tomarse la molestia de ir a visitar este país pequeño pero maravilloso y descubrirían así muchas cosas sorprendentes. Por ejemplo, que Andorra existe desde hace más de 700 años y tiene un sistema político autóctono y muy curioso, vertebrado a través de sus parroquias, un modelo de gobierno cercano y local. Que, aunque le quedan deberes por hacer, se ha adecuado a una velocidad inédita a las exigencias de la OCDE de transparencia bancaria. Que sus niveles de delincuencia son de los más bajos del planeta. Que gracias a Andorra el catalán ha sido hablado en la ONU y tiene estatus de lengua estatal. Y que sus impresionantes montañas son uno de los tesoros paisajísticos de Europa. No puede ser que un comunicado emitido desde un despacho a 6.000 kilómetros al dictado de oscuros intereses destruya una comunidad vertebrada desde hace siglos. No nos engañemos, a Andorra no se la ataca por corrupta sino solo porque es débil y no tiene quien la defienda. Al menos que sepan que no los dejaremos solos. Yo soy andorrano.
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