La clave

¿Y quién gobernará Catalunya?

ENRIC HERNÀNDEZ

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Mientras el terror yihadista sacude a Francia y estremece al mundo entero, la política catalana sigue a lo suyo. El viernes, sin ir más lejos, en los informativos convivían noticias de tan dispar trascendencia como el final de los secuestros en París, con la muerte de los presuntos autores de la matanza del 'Charlie Hebdo', y el rosario de reproches entre CiU ERC por carta, Twitter y SMS. Mejor ahorrarnos comentarios...

Para entender el grado de beligerancia que ha alcanzado la interlocución entre Artur Mas Oriol Junqueras, otrora socios de legislatura y compañeros de viaje soberanista, es preciso aclarar que el cruce de propuestas tras el 9-N no merece ser calificado de negociación. Negocian quienes están dispuestos a ceder a fin de alcanzar un pacto beneficioso para ambos y, en aras del entendimiento, se conducen con discreción, sin dinamitar los puentes de diálogo. Las conversaciones leales no arrancan con conferencias ante el público, ni maduran pretendiendo cercenar la libertad del otro, ni cristalizan aireando mensajes privados para resaltar virtudes propias y miserias ajenas. Más que una negociación, eso es una representación.

Tras el ensayo general del 9-NMas Junqueras se han subido al escenario con el único propósito de demostrar que si la unidad soberanista no es factible es por culpa del otro. Discrepan sobre las listas, sobre cómo avanzar hacia la independencia e, íntimamente, sobre la misma conveniencia de alcanzarla.

Acabe como acabe este sainete, es pertinente preguntarse quién gobernará Catalunya si Mas anticipa las elecciones con ánimo plebiscitario. Caso de sumar mayoría, ¿compartirán gobierno quienes no han podido compartir candidatura ni hoja de ruta? En caso contrario, ¿hallará el ganador aliados para ejecutar su proyecto soberanista? ¿O deberá por contra renunciar al mismo? ¿Y qué legitimidad tendrá para conculcar su programa?

Un cheque emborronado

Antes de llamar a los catalanes a las urnas, CiU ERC deberían responder a estas preguntas. Pues una cosa es darles la palabra y otra pedirles un cheque no ya en blanco, sino emborronado de incógnitas.