La rueda

¿Y mañana, lunes, qué?

OLGA MERINO

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Me despertaré hoy, seguro, muy reflexionada y mordiéndome las uñas de impaciencia por que anochezca cuanto antes y comience el escrutinio de los votos mientras la Luna va tiñéndose de rojo. ¿Le brotarán las barras amarillas y el triángulo azul durante el eclipse? Se augura una velada tensa y larga para dilucidar el peso clave de la CUP y calibrar la voz de quienes hasta ahora han preferido permanecer en silencio. Dos incógnitas que se resumen en una: ¿y mañana, lunes, qué?

Durante la fatigosa campaña, nada se ha escuchado sobre lo que de verdad importa, el paro, los recortes y los apuros para llegar a fin de mes. Por el contrario, hemos asistido a un debate de argumentos sin fuste entre la utopía pasional, que invita a una travesía sin mapas e incierta, y el maximalismo de la cerrazón y las amenazas.

De este lodazal en el que estamos empantanados desde hace cinco años, solo se saldrá a través del diálogo, mediante un nuevo pacto Catalunya-España. ¿Cuánto tiempo más tardarán en comprenderlo? No queda otra salida racional que reformar la Constitución, reconvertir el Estado de las autonomías y eventualmente convocar un referéndum. Y, por supuesto, cambiar la ley electoral. ¿Por qué temen tanto las listas abiertas? ¿Por qué el voto de un barcelonés vale menos que el de la circunscripción más pequeña del Pallars Sobirà? A lo mejor, había que agitar el avispero para que los cambios sucedan de una vez por todas.

Entre tanto, me quedo con lo que escribió el viernes Ignacio Martínez de Pisón en 'La Vanguardia', una reflexión en torno a las identidades. La única que él comprende es la individual; es decir, «el sedimento que han ido dejando en mí los lugares, las experiencias, las personas». Un muy merecido y oportuno premio Nacional de Narrativa por su novela 'La buena reputación'. Enhorabuena.