DOS MIRADAS

De vuelta a todo

EMMA RIVEROLA

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Se acaba el verano, piensa ella mientras se despide con un beso de los niños que aún duermen y retoma el camino de la oficina. Pronto empezará el colegio y todo volverá a la rutina de siempre. ¿Rutina?, se pregunta. No está segura de que la locura de no llegar a nada pueda calificarse de este modo. Siempre compitiendo con el fantasma de la mujer y la madre perfectas. Siempre tropezando con un sí o un no que inmediatamente hunde el listón de sus íntimas expectativas. No, ella no puede perder más tiempo en esa reunión improductiva porque se larga la canguro. Sí, ella ha vuelto a olvidarse de colocar el chándal en la mochila del pequeño. ¿Mañana es el día de la cantata? No, lo siento cariño, pero mamá no podrá escaparse…

Se acaba el verano, piensa ella, y se pregunta qué metas será capaz de alcanzar con su marcha siempre acelerada. Demasiado a menudo se siente perdida en un laberinto que parece diseñado para impedirle alcanzar sus sueños. Como si a ella le estuviera vetado caminar en línea recta para conseguir sus objetivos. Atrapada en un callejón que levanta muros inesperados. Cada obstáculo despierta sus dudas. Cada paso que da parece ser seguido por decenas de miradas siempre dispuestas a juzgarla con especial severidad. La ambición es una palabra de género femenino demasiado esquiva para las mujeres. También la igualdad. Se acaba el verano y todo vuelve. Incluidas las asignaturas pendientes.