Al contrataque

Volveremos a ser ciudad

Puede que a este paso acabemos siendo todas las ciudades europeas. Ayer fui París, hoy soy Bruselas y no quiero volver a ser ninguna más.

Imágenes de Twitter de los atentados en el aeropuerto Zaventem de Bruselas.

Imágenes de Twitter de los atentados en el aeropuerto Zaventem de Bruselas. / periodico

RISTO MEJIDE

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Me acabo de quedar sin tema. Tenía una columna pensada superocurrente -vale, tampoco hay que exagerar-, pero de verdad que presentaba giros insospechados y un final impropio de mí de lo bueno que era. Sin embargo, nada de eso me vale ya. Se me acaba de ir el santo al cielo. Me he quedado en blanco. A mí, y a todos a los que nos ha ido llegando la noticia.

Apenas unas horas después de detener al desgraciado de París, otros desgraciados lo han vuelto a conseguir: han asesinado en Bruselas como mínimo a 34 personas, si no más. Y sí, es cierto, pocos días atrás se producía otro atentado, ya, pero no tan cerca, no tan aquí. Qué le vamos a hacer si los que nos autoproclamamos países civilizados somos así de estúpidos, si no pensamos en los niños refugiados hasta que vimos a Aylan muerto en nuestra orilla del marAylan, si lo del espacio Schengen no deja de ser una miopía de tamaño continental. Puede que a este paso acabemos siendo todas las ciudades europeas. Ayer fui París, hoy soy Bruselas y no quiero volver a ser ninguna más. Las ciudades no son, en las ciudades se está. Y cada vez con más miedo, debo añadir. Estamos siendo atacados en casa, y ellos saben que es la peor forma de hacernos daño, porque nos guste leerlo o no, los atentados en los que mueren sirios, libaneses o iraquís nos dan más igual.

Hoy han vuelto a conseguir lo que buscaban. Interrumpir. Interrumpirnos. Dejarnos en silencio una vez más. Saben que quien tiene la capacidad de interrumpir cuando y donde quiera, al final tiene el poder fáctico, el poder de verdad. Por mucha ley y tratados internacionales que se les pongan delante. Ellos cuentan con el factor más contundente: aquel que no obedece a ninguna regla, aquel que no es previsible, aquel que nadie sabe dónde está, ni cuándo ni dónde nos volverá a golpear. Parece que en el siglo XXI ya no pueden ignorarse alegremente los problemas del vecino, porque sus problemas acaban siendo nuestros problemas, y porque sus muertos acaban siendo los nuestros también.

Y mientras no seamos capaces de entenderlo, reaccionar y abatirles con nuestras armas y de manera legítima y consensuada, seguiremos sufriendo pérdidas injustas o que algunos de nuestros chavales pillen el fusil por su cuenta y riesgo y se larguen a pegar tiros contra el Daesh en Irak.

Actuar de inmediato

Sí, un lustro de conflicto sirio es un avispero en el que ya está comprobado que tenemos nuestra parte alícuota de responsabilidad. Pero alguien debería hacer frente a los bárbaros de manera inmediata, legitimada por el Estado de derecho y usando el único lenguaje que entienden, antes de que sea demasiado tarde o nos convertiremos todos en otra ciudad.