PEQUEÑO OBSERVATORIO

He visto armas ocupando mi calle

No se puede decir que la política sea muy elegante con los catalanes

Policía Nacional en la Escola Industrial, el domingo.

Policía Nacional en la Escola Industrial, el domingo. / FERRAN SENDRA

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Esta semana he intentado recordar la experiencia más bestia de mi vida. Me han venido a la memoria algunos hechos lamentables. Pero ahora he sido testigo, como tantos miles -millones- de personas, de la terrible violencia ejercida por las fuerzas militares españolas contra los ciudadanos de Catalunya.

No me lo podía creer. ¿Cómo podía ser que el Gobierno español hubiera autorizado, y programado, el ataque masivo a los ciudadanos catalanes que querían hacer una manifestación pacífica? ¿Hombres armados contra ciudadanos materialmente desarmados? 

No creo que ningún otro país de Europa se haya producido nunca una agresión parecida. La imagen, repetida mil veces, de los fusiles amenazadores, de la violencia convertida en herramienta contra la lícita libertad de expresión es tan lamentable como inadmisible. 

¿Quién manda en el Gobierno de España? ¿Tiene alguna responsabilidad el señor Rajoy? ¿Quién decide que unos hombres armados, como si fueran a la guerra, actúen contra unos ciudadanos que ejercen el derecho a manifestarse?

Hay ciudadanos que han tenido que ir al hospital. Es "la fuerza de la espada" de la cual se enorgullece un poeta español, como única herramienta para resolver una dificultad política.

Un gran error

Se han equivocado, señores, al ordenar  que se destruyeran las herramientas pacíficas con las que los catalanes querían, y quieren, reordenar el país donde viven.

No recuerdo qué poeta dijo "España y yo somos así, señora", refiriéndose, creó, a la galantería. No se puede decir, en cambio, que la política sea muy elegante con los catalanes, nos ha enviado gente armada que no era muy respetuosa con el deseo de democracia y comprensión de mi país.

Quizá sí que nos conviene, de vez en cuando. Quizá para recordar lo que decía el poeta: "que todo está para hacer y todo es posible". La fe y la esperanza son dos virtudes recomendables.