EL AMFITEATRO

Vista, oído, gusto y olfato

Los cuatro sentidos que mueven la programación de la Schubertíada de Vilabertran

El tenor Mauro Peter junto al pianista Helmut Deutsch en el festival de Vilabertran.

El tenor Mauro Peter junto al pianista Helmut Deutsch en el festival de Vilabertran. / periodico

ROSA MASSAGUÉ

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De los cinco sentidos humanos, cuatro constituyen el mayor patrimonio de quien anima la Schubertíada de Vilabertran, el doctor Jordi Roch, que en esta ocasión ha vuelto a dar en la diana al presentar por primer vez en España a un joven que todavía no ha cumplido 30 años con un futuro muy prometedor. Se trata del cantante suizo Mauro Peter que ha interpretado 'Die schöne Müllerin' ('La bella molinera'), el ciclo de canciones de Franz Schubert, en la canónica de la localidad ampurdanesa.

Su brillante actuación acompañado al piano por quien había sido su maestro de 'lied', el siempre impecable Helmut Deutsch, creó entre los asistentes la sensación de que es necesario vincular a este cantante con el festival como ha ocurrido con otras voces a lo largo de las 24 ediciones de la Schubertíada.

Ocurrió, por ejemplo con la soprano Juliane Banse, que es hoy una de las musas del festival al que vuelve siempre que sus compromisos operísticos no lo impiden. Lo ha hecho este año por partida doble, en solitario y acompañada del barítono Adrian Eröd. Banse llegó por primera vez a Vilabertran cuando todavía era una jovencísima cantante de apenas 20 años. En realidad, Roch asegura que creó la Schubertíada para ella después de oír su voz en un recital. 

Mojca Erdmann o Angelika Kirchschlager son otras voces que llegaron a Vilabertran cuando todavía no eran muy conocidas. Ambas han repetido visita en varias ocasiones cuando sus nombres ya encabezan carteles en los grandes teatros europeos.

Pero el caso más espectacular es el de Matthias Goerne. El barítono alemán salió por primera vez de su país para ir a Vilabertran. Era un perfecto desconocido. Hoy se le considera el sucesor más digno del gran Dietrich Fischer-Dieskau. Año tras año hace gala de una fidelidad insólita sin fallar desde principios de los años 90, y de una generosidad también rara. Este año como ya ha hecho en otras ocasiones ofrecerá dos recitales acompañado al piano por Alexander Schmalcz

Lo mismo ocurre en el campo instrumental. La pianista Kathia Buniatishvili ha regresado este año tras su debut en el 2011, y el Quartet Casals, que es una formación habitual del festival donde han nacido proyectos que después han sido objeto de grabaciones como la integral de los cuartetos de cuerda de Schubert.

Ahora hay dos valores en alza que ya han debutado en el festival. El año pasado fue el barítono Manuel Walser que causó una buena impresión con su version del ciclo de Schubert 'Winterreise' ('Viaje de invierno'). La agenda de este cantante, también suizo, está ya llena de citas con los principales teatros y auditorios de su país y de Austria.

La otra figura en ascenso es el citado Peter. Pese a su juventud, ya ha debutado en templos musicales como son las dos grandes schubertíadas austriacas, la de Hohenems y la de Schwarzenberg, así como en el Musikverein de Viena. En el teatro ha cantado varios papeles mozartianos siendo el más reciente el de Ferrando, de 'Cosí fan tutte'que acaba de interpretar este mes en el Festival de Salzburgo. Ahora cabe esperar que el tenor sea uno de los 'repetidores' de Vilabertran.

Para programar año tras año un festival con estos ingredientes musicales generando al mismo tiempo una gran complicidad con los cantantes y con el público se necesitan vista, oído, gusto y olfato, no necesariamente en el sentido real --excepto el oído--, pero sí en el metafórico, y esto, afortunadamente, abunda en la Schubertíada ampurdanesa.

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