ANÁLISIS

¿Es viable un Estado palestino?

PERE VILANOVA

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Desde luego, las expectativas creadas recientemente sobre el reconocimiento de un Estado palestino están a la altura de la importancia del tema, y quizá convenga considerar las siguientes cuestiones.

Por ejemplo, ¿puede un territorio, con población estable y fundamento histórico, es decir, con las prerrogativas clásicas de un Estado, ser reconocido por 138 estados, y seguir en el limbo? Sí, por ejemplo Palestina. Es verdad que el tema viene de lejos. Cuando en 1988 la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) proclamó en Argel un Estado, lo hizo sin controlar ni un palmo de Palestina, y muchos países de Asia y América Latina, además de los países árabes, lo reconocieron. Cierto que el reconocimiento de un Estado (nuevo) es privilegio formal de los demás estados, exclusivamente. Pero no es suficiente.

Una segunda cuestión tiene que ver con otra anomalía. Palestina fue admitida en la Unesco en el 2011, y obtuvo el estatuto de Estado observador (es decir, de 'segunda') en Naciones Unidas en el 2012. Pero tampoco es suficiente, parece topar con un 'techo de cristal blindado' para convertirse en un Estado de pleno derecho. ¿Cuál es este techo? Se llama Israel, y se llama Estados Unidos, porque para convertirse en Estado miembro de pleno derecho en Naciones Unidas, no basta el voto a favor de la Asamblea General. Se necesita pasar el filtro del Consejo de Seguridad, allí hay cinco miembros permanente con derecho de veto y uno de ellos es EEUU, que en los últimos años ha usado más de 30 veces ese veto cada vez que llegaba una propuesta que directa o indirectamente pudiera incomodar (no ya amenazar) a Israel. En última instancia, la llave de la cuestión palestina está en Washington.

Un territorio cercado

En tercer lugar, la situación sobre el terreno. Palestina, si no acaba de ser un Estado, ni una colonia, ni una región o provincia de otro Estado, ¿Qué es en la realidad de cada día? Un territorio cercado, controlado por Israel que sigue con sus asentamientos, donde nada entra ni sale (ni ciudadanos ni bienes) sin su permiso, cuyas magras exportaciones o importaciones siguen el mismo patrón, y que además es mercado cautivo de productos israelís, desde leche y queso hasta telefonía móvil. Es decir, es una entidad que solo se puede definir por lo que no es.

¿Se puede hacer algo? Más de lo que se ha hecho. La Unión Europea tiene, si quisiera, medios económicos y diplomáticos para que Israel entendiera que su unilateralismo no puede ser ilimitado. Aunque como siempre, la Unión Europea avanza en orden disperso. Los expaíses del Este ahora europeos reconocieron Palestina en 1988, luego lo ha hecho Suecia. Los demás, Irlanda, Reino Unido, Francia y España hacen algo importante, simbólico: sus Parlamentos piden al Gobierno que considere ese pleno reconocimiento de Palestina. Después, los Gobiernos lo pueden hacer rápido, despacio o nunca. Pero es mejor que esperar a que la UE adopte una posición común por consenso, porque esto es una hipótesis de ciencia ficción.