OPINIÓN

Vettel, el otro Alonso, el otro Schumacher

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Hay momentos en la vida --deportiva, claro--, de las grandes estrellas del deporte y, más concretamente, de los ídolos y campeones del mundo del motor, sea F-1, monoplazas varios, velocidad, resistencia, ralis y todo tipo de motos, que son cuestionados por su papel. Criticados, incluso, con enorme dureza. Hasta los hay, a menudo, que los dan por acabados (ejemplo clarísimo, lo que ocurrió con Valentino Rossi cuando corría con la Ducati, que no corría) y hasta prejubilados.

Al alemán Sebastian Vettel le ocurrió el año pasado cuando, tras cuatro años de triunfar con los revolucionarios Red Bull del 'mago' Adrian Neweys, dotados de enorme carga aerodinámica atrás, atravesó tan mal momento, se encontraba tan incómodo con el modelo del 2014, que todo el mundo lo criticó porque siempre, o casi siempre, perdía el duelo con su compañero, el australiano Daniel Ricciardo, ahora casi, casi, en la cola del pelotón, sin coche.

Hecho a medida

Todos pilotos de carreras, de cuatro o dos ruedas, necesitan, no solo de un coche y/o moto, adaptado a su estilo de pilotaje, a sus manías, sino la sensación de que ese coche y/o moto ha sido pensado, diseñado, construido y evolucionado para él, para sus manos, para su manera de pilotar. Si algo elogia durante estos días Marc Márquez es que, por fin, Honda ha seguido sus consejos a la hora de construir la nueva RC213V, moto que no a todos los pilotos que la conducen les gusta. ¿Por qué? Porque ha sido ideada para la agresividad y pilotaje del tetracampeón de Cervera.

Con la victoria de este domingo en Sepang (Malasia), Vettel tapa muchas bocas, no todas, pues ya hay quien dice que ha ganado porque Mercedes se ha equivocado. No, no, ha ganado porque la estrategia de Ferrari fue espectacular… y porque las manos, la paciencia, la agresividad, el saber estar y hacer, el pilotaje y la serenidad de 'Seb' han permitido aprovechar esa estrategia. Y porque Vettel, que siguió y participó muy de cerca en la creación del nuevo Ferrari, ha sabido aprovechar todo su potencial.

Todos los campeones saben que, para ganar, para triunfar, para pelear por el título, por el podio o la victoria, han de poner en sus manos un coche ganador. O, al menos, competitivo. Vettel no lo tenía el año pasado o no lo tenía como a él le gusta. Ferrari pensó en él y 'Seb' no le ha fallado, venciendo en el segundo gran premio de la temporada y siendo tercero en el primero.

Preciso y constructivo

Si algo tiene Vettel, reconocido por todos en el 'paddock' del Mundial, es que es una calcomanía de su ídolo Michael Schumacher y el mejor clon de Fernando Alonso. ¿Qué significa eso? Que nadie, nadie, en la F-1, por supuesto ni siquiera Lewis Hamilton, Nico Rosberg Kimi Raikkonen (menos que nadie, 'Iceman'), trabaja más y mejor que el tetracampeón alemán, se prepara más y mejor que él. Y, no solo eso, sino que nadie, solo Alonso, es tan preciso y constructivo como Vettel a la hora de implicarse en el trabajo del equipo y, sobre todo, y fundamental, en la evolución y desarrollo del coche.

Vettel ha recibido el premio a su trabajo, a creer en el cambio, a necesitar el cambio, a aprovechar el cambio. Dejó Red Bull y fichó por Ferrari. La misma idea que condujo a Alonso a dejar Ferrari para fichar por McLaren y… Honda, que es, de momento, la que está fallando.