Dos miradas

Vértigo

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Una conocida empresa bancaria publicó el domingo una publicidad que ocupaba dos páginas enteras de este periódico. Poca broma. En los tiempos que corren, que alguien contrate dos páginas es una bendición del cielo, que los editores, periodistas, opinadores y colaboradores nunca agradeceremos bastante. Esta publicidad también tiene una versión televisiva, en la que se reproduce la idea central que anima la campaña. Un espacio de silencio. En la tele, hay 15 segundos donde solo se ve un fondo de color naranja

-corporativo del banco- desde el que se invita al espectador a pensar en sí mismo, lejos de cualquier interferencia. En el diario, este paréntesis claro y nítido (llamarlo minimalista seríaabarrocarlo) hace posible que no aparezcan «ni noticias ni opiniones» con el noble propósito de que «este tiempo sea para ti». Es decir: la nada ofrecida a la meditación.

Por televisión, el anuncio hace sufrir un poco. No piensas tanto en ti como en el tiempo que falta para que se vaya de la pantalla aquel naranja tan intenso. En el diario, en cambio, el blanco da paso a múltiples posibilidades. Los niños pueden dibujar en él y los mayores pueden escribir listas de la compra, pensamientos íntimos o croquis de la reforma de la cocina. No hay guerras ni matanzas ni fútbol ni críticas teatrales ni pactos por el derecho a decidir. Quizá sí que piensas en ti mismo. A mí me ha pasado. A veces, cuando tienes esta oportunidad, el vértigo te arrastra.