MIRADOR
Verdades sin remedio
Cuánta razón tenía Joan Manuel Serrat cuando cantaba aquello de que «nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio». Traducido a los vaivenes de nuestro tiempo, una de esas verdades es que los grandes partidos, sean PP o PSOE, Convergència o PSC, difícilmente volverán a ser los que fueron. Sus dirigentes podrían replicarme, con razón, que tampoco los diarios recuperaremos la influencia de antaño. Cierto. Así que, impregnados de los respectivos baños de realismo (y conscientes de que no existen recetas mágicas), el instinto de supervivencia obliga a todos a renovarse para no perecer en el actual tetris político-mediático.
Situados en el tablero catalán, y a la espera de ver qué efecto acaban teniendo las presiones de la calle y las de los despachos, Convergència mantiene a flote el barco (perdonen la metáfora náutica) y, según las encuestas, incluso puede superar las elecciones europeas con un resultado digno. Otra cosa es que ese resultado aceptable sirva para enmascarar las dificultades de Artur Mas para convencer a su electorado tradicional. Unos se van a Esquerra porque no se fían y temen que los nacionalistas acabarán firmando un (mal) acuerdo con el Gobierno central. Otros, los de un perfil más conservador, todavía no se han hecho a la idea de que la Convergència de Francesc Homs y Josep Rull no es la de Jordi Pujol y Miquel Roca, el pactista con más méritos acumulados. Y eso que, si se hurga un poco, se comprueba que ni la Unió de Josep Antoni Duran Lleida es la que era. Pero, a estas alturas parece claro que CiU no podrá contentarlos a todos. Así que, entre los que pierde por el flanco independentista y los que se van por el otro extremo, lo que le queda a Mas es cruzar los dedos para que Oriol Junqueras no llegue primero.
En el caso del PSC, un buen resultado del PSOE el próximo 25 de mayo sería un balón de oxígeno para Pere Navarro. También ficticio, pero imprescindible para seguir remando. El tiempo o, para ser exactos, los electores cuando sean llamados a votar en unas autonómicas o en las municipales certificarán si el líder de los socialistas catalanes lo hace en la dirección acertada.
El fichaje de Ernest Maragall, que estaba ya más fuera que dentro de la política, como número dos de la lista de ERC para las europeas no deja de ser otro golpe más en la minada moral de la tropa socialista. Quien fuera bestia negra de los republicanos en los tripartitos y que tantas críticas recibió por defender la tercera hora de castellano en las escuelas hace tiempo que se alejó del PSC. No es una excepción, puesto que su viaje es el que han emprendido miles de antiguos votantes socialistas. Dice Navarro que las posiciones ahora están más claras. Triste consuelo.
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