Al contrataque

Verdades que duelen

Tan exigente como suelo ser que no dejo pasar ni una a los políticos, tan puntillosa con cada frase que dicen y cada papel que manejan. Pues sí. Yo también bajé la guardia en el caso de Nadia

Nadia Nerea y su madre, el pasado 24 de noviemrbe den Organyà.

Nadia Nerea y su madre, el pasado 24 de noviemrbe den Organyà. / periodico

Ana Pastor

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Fue aquí donde escribí una vez sobre Nadia. Podría haberlo dejado pasar con un tuit reconociendo que me equivoqué. Pero he decidido dedicarle unas cuantas líneas más a escribir que yo también caí. Tan exigente como suelo ser que no dejo pasar ni una a los políticos, tan puntillosa con cada frase que dicen y cada papel que manejan. Pues sí. Bajé la guardia ante un caso tan tremendo con una niña enferma como protagonista (su afección degenerativa por tricotiodistrofia debe ser la única verdad que nos queda a esta hora). Me dejé llevar por lo más emocional.

Estuve una vez con Nadia y con su padre. Y de ahí surgió la columna de opinión en la que yo contaba cómo ella me había metido un papel en el bolsillo. Fue durante la rueda de prensa de presentación del libro para niños que había ilustrado Mariscal dedicado a ella. Recuerdo que era una mañana muy lluviosa en Madrid y que llegué tarde. A pesar de todo, Nadia insistió en que me quedara cerca de ella mientras su padre hablaba de su historia.

Recuerdo que él relataba el esfuerzo que hacían para sobrevivir a días terribles y noches de insomnio y preocupación. Fernando lloraba. Y Nadia sentada a mi lado solo permanecía quieta cuando le oía llorar. No paraba ni un segundo. No prestaba atención al contenido. Pero algo parecido a una alerta se le activaba cuando percibía que su padre iba a llorar hablando de ella. Y entonces se paraba y sollozaba acompasándole a él. Ahora pienso cuánto de mentira había en las lágrimas de él pero cuánto de verdad en las de ella. Ahora pienso qué habrá pasado de verdad con el dinero que imagino se recaudó también con aquel libro y cuánto habrá ido a parar a Nadia.

UN PAPEL EN EL BOLSILLO

Aquel día lluvioso de hace dos años Nadia pidió un papel para entretenerse mientras se hablaba de ella en las pausas de llanto de su padre. Como conté aquí entonces, cuando me estaba marchando me metió el papel en el bolsillo. Pensé que no lo quería, que simplemente había escrito su nombre o un dibujo y que no sabía que hacer con él. Salí a la Gran Vía y al notar el papel lo abrí. Ponía 'RARA' en referencia a su enfermedad, a lo poco que había conseguido descifrar de lo que le pasaba. Cuando leí el post de Josu Mezo y después el trabajo de los compañeros de 'Hipertextual' desmontando las mentiras de Fernando, el padre de Nadia, tuve la tentación durante un segundo de buscar una explicación a algo que ya era muy obvio.

Gracias a ellos sabemos la verdad. Aunque duela. Una verdad que ahora tendrán que afrontar sus padres ante la justicia, el único lugar donde las mentiras cuando se demuestran suelen tener consecuencias. Pienso en Nadia. Sus padres han sido detenidos mientras escribo. Y pienso en los más de 3 millones de personas que como Nadia sufren enfermedades raras según la Federación FEDER. No se merecen este embuste que contribuí a difundir. Lo siento.