EL DIVÁN SOCIALISTA (2)

El verdadero debate socialista

El PSC debe atacar de frente la mayor y más urgente carencia: renovar sus planteamientos económicos

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MIQUEL ICETA

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La renovación del PSC exige claridad en la definición de un proyecto de progreso y rotundidad en su defensa dentro y fuera de Catalunya, asegurando el crecimiento económico y la cohesión social, impulsando el autogobierno en una España federal y preservando la unidad civil erosionada por tensiones identitarias y el impacto de la inmigración.

Los socialistas hemos perdido las elecciones porque nuestro proyecto no ha convencido a la mayoría. Ni estábamos en condiciones de ofrecer el Gobierno sólido y potente que el país reclamaba, ni parecíamos capaces de luchar contra la crisis y darle respuesta de forma coherente con nuestros principios de igualdad y justicia social, problema común a todos los partidos de la socialdemocracia europea. Este debe ser el centro de nuestra reflexión.

La izquierda pierde apoyo de la clase trabajadora tradicional y de las clases populares, decepcionadas por una política económica y fiscal incapaz de defender sus intereses. Y también pierde la confianza de parte de la clase media, que considera que contribuye a unos servicios públicos que utilizan básicamente otros y que no se siente identificada con un discurso socialista que cree anclado en el pasado. La crisis económica favorece un repliegue individualista o identitario que abona las posiciones conservadoras. Por eso hace falta que la izquierda combata el miedo generado por la crisis y su utilización política por parte de los conservadores. Como señalaba acertadamente Tony Judt, la derecha utiliza la crisis como excusa para desplegar encarnizadamente sus prioridades: menos Estado, menos protección social, menos solidaridad.

La cuestión es saber cómo impulsar las reformas necesarias para ganar la batalla de la competitividad en la economía global y, al mismo tiempo, garantizar la justicia social proporcionando una red de protección a los que la necesitan y seguridad a todos en su conjunto. Para las fuerzas progresistas es vital conectar de nuevo con nuestra base tradicional, pero también establecer nuevos vínculos con las nuevas generaciones y con los sectores más emprendedores e innovadores, resolviendo las tensiones entre los que ven la globalización como una oportunidad y los que la temen y se resisten al progreso.

El socialismo democrático debe saber captar los cambios económicos, sociales y culturales para asimilarlos y poderlos gobernar, y revitalizar los valores que nos identifican, innovar radicalmente nuestras propuestas y nuestras formas de organización y actuación, e impulsar la justicia social, la igualdad de oportunidades, la defensa de igual dignidad para todas las personas y el reconocimiento de la igualdad de derechos, en este nuevo contexto.

Para lograrlo hay que atacar frontalmente la mayor carencia y la más urgente: la necesidad de renovar nuestros planteamientos en materia de política económica. Nuestro proyecto ya no se puede basar en la transferencia de renta a gran escala desde las clases acomodadas hasta los perdedores de las grandes transformaciones económicas. La prioridad hoy es incorporar a los sectores más débiles de la sociedad en unas mejores condiciones a una economía que tiene que crecer de forma sostenible. Así, la inclusión social tiene que estar vinculada a una política de modernización, competitividad y crecimiento económico en la que el capital humano, la formación, la investigación y la innovación tengan un papel central.

Avanzar hacia un nuevo paradigma de política económica implica también un nuevo conjunto de regulaciones e incentivos a la inversión y a la producción que contribuyan más a aumentar la prosperidad sostenida para todo el mundo. A estas alturas la renovación ecológica de los patrones de producción y de consumo es inevitable, y esto tiene que proporcionar también un gran impulso al crecimiento económico. Tenemos que saber maximizar la prosperidad satisfaciendo los criterios de la sostenibilidad ecológica y social. Y para eso hacen falta ajustes y reformas para recuperar competitividad y garantizar el mantenimiento y la consolidación de los avances sociales logrados.

Catalunya tiene todas las condiciones para liderar la salida de la crisis del conjunto de España: porque tiene una base industrial sólida, un mercado de trabajo bajo en temporalidad respecto del resto del Estado y porque ha sabido traducir la crisis en una oportunidad de racionalización y mejora de su productividad. Pero las reformas no pueden ser solo locales, deben ser globales. Por eso hay que reivindicar al mismo tiempo una Europa federal capaz de defender el modelo social europeo e impulsar una verdadera gobernanza económica europea y una nueva regulación de los mercados globales para asegurar que la economía esté al servicio de las personas y de las sociedades.

Así, los socialistas tenemos que levantar la bandera de las reformas, pero sin olvidar los principios que nos caracterizan ni los legítimos miedos e incomprensiones de gran parte de la ciudadanía, a la que debemos escuchar para interpretar adecuadamente sus anhelos, definiendo de forma colectiva un proyecto mayoritario de transformación social que nos vaya acercando a la sociedad libre, próspera y justa a la que aspiramos. Viceprimer secretario y portavoz del PSC.