EL RADAR

El verano del 'procés'

El 27-S no da tregua a los catalanes de vacaciones en (el resto de) España: "Tú que eres catalán..."

JOAN CAÑETE BAYLE

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Una escena se da miles de veces este verano, a norte, sur, este y oeste, en el pueblo y en la capital, en la playa y en el campo, en desiertos remotos y en montañas lejanas, porque allí en el mundo donde haya un lugar que pueda fotografiarse siempre aparece un matrimonio de catalanes y uno de 'Madrit' unidos por el destino. Es esta: el veraneante catalán que llega, que entierra los pantalones largos en el fondo del armario, que entra en el bar, que pide una caña, que se solaza por adelantado con la tapa gratis que la acompañará, que respira hondo, vacaciones, por fin adiós a la rutina, al trabajo, a las mismas caras y las mismas conversaciones, y entonces se oye al primo, o al amigo, o al pariente lejano, o al camarero sin complejos que ha reconocido el acento: "Pero vamos a ver, tú que eres catalán, ¿qué es lo que pasa con eso del 'prusés'?". Glups. Otra caña, por favor, y la cuenta, por separado, cada uno lo suyo.

Este es el verano del 'procés' para miles de catalanes que, como cada año, pasan las vacaciones con parientes y amigos de (el resto de) España, y para los que comparten mesa y mantel, crucero o asiento de autocar con otros habitantes de la piel de toro, desde la Quinta Avenida hasta la Galería de los Uffizi. "Estoy pasando mis vacaciones en Granada. Ya me advirtieron de que aquí todos me preguntarían sobre qué pasa en Catalunya", escribía Xavier Serra, profesor de instituto de Girona.

Esto siempre ha solido ser así, cosas del café para todos, del 'peix al cove' y de esconder los problemas políticos bajo la alfombra: ir al pueblo de vacaciones suponía ser etiquetados como "los catalanes" y enfrascarse en conversaciones que con variantes siempre eran la misma: no, en Catalunya no nos tiramos el idioma por la cabeza en la calle; no, no se trata de hacer la puñeta o de diferenciarse porque sí, hay una cultura, hay un idioma, hay una historia, hay un "problema de encaje".

Pero el 'procés' es otra cosa. El 'procés', como el desodorante, nunca abandona al catalán, da igual que sea hiperventilado, convencido, dubitativo, escéptico, contrario, indiferente, hastiado o pasota. "¿Eres catalán, no? Dime, ¿qué le pasa a Mas? ¿Todo este jaleo solo para continuar mandando él y los Pujol?". Para el 'procés' no hay vacaciones, y menos este año, con ese 11-S el primer día de campaña, con ese 27-S en el que nos contaremos (votos, escaños, ese es otro asunto).

"¿Por qué los catalanes os queréis ir de España? ¿No estamos mejor todos juntos?". Parapetado tras el pincho de tortilla, el cuñado cita la Constitución, las intolerables demandas del nacionalismo excluyente, las prebendas que Catalunya siempre busca arrancar. No hay mejor suerte con la prima que gusta de confluir con círculos y mareas: acepta que los catalanes tienen derecho a decidir qué quieren ser y hacer, pero critica el pacto con la casta autóctona, ese abrazo de la izquierda independentista con el palco del Palau de la Música bajo cuyas alfombras, al parecer, cabía la colección entera de descapotables de Junior. Casi todos, para desesperación del catalán no soberanista, usan catalán como sinónimo de independentista y/o nacionalista. Y más de uno habrá escuchado al final de la conversación –que suele ser una mezcla de 'seny' y bonhomía, es decir, lo opuesto de la clase política– esa frase tan, tan... "Para ser catalán, se puede hablar contigo". Es un elogio, en serio.

El intento de buscar otros temas (pues anda que Rato y la Gürtel y la Púnica, pues mira a los socialistas de Madrid, lo del jurado de Masterchef no tiene nombre) fracasa. Cuando el tridente Mas, Junqueras Romeva amenaza con agobiar por goleada, el veraneante culé saca su arma secreta: el triplete, el otro tridente, la madre de todos los cambios de tema. Pero no. El 'procés' se metamorfosea, todo lo impregna, de todo sabe: "Ya me dirás en qué Liga jugará el Barça...".

Y si así ha sido el verano, cómo será el otoño.