Venganza

Si Pedro Sánchez sabe pasar página y rodearse de gente que aporte la estatura que le ha conferido la épica, vendrá la grandeza

Pedro Sánchez, el vencedor.

Pedro Sánchez, el vencedor. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Hasta el nombre se le atragantó. Susana Díaz fue incapaz de pronunciar las cuatro sílabas malditas: Pe-dro-Sán-chez. Era demasiado pronto para deglutir que ella y aquel '100% PSOE' de su campaña acababan de ser aplastados por el que consideraban un incapaz y, sobre todo, un traidor. Y es que, como en las buenas tragedias literarias y en los pésimos procesos políticos, el sentimiento de traición ha estado omnipresente en las primarias socialistas. Traición a Sánchez por la vergüenza de la gestora. Y traición a una concepción de partido que se revolvió contra una individualidad que pretendía romper sus mecanismos tradicionales.

De la traición a la venganza hay un paso muy corto. La tentación por parte de Sánchez y los suyos será fuerte. Tampoco sería nada nuevo. Es como han actuado todos los partidos políticos, con más o menos disimulo, desde tiempo inmemorial. El entorno de Díaz es una incógnita. Pero viendo los pesos pesados que se atrincheraron en su candidatura, cabe pensar que medrarán por sobrevivir y se olvidarán de Díaz. Ya está amortizada y, además, no les sirvió a sus intereses.

Si Sánchez opta por la venganza, seguirá sintiéndose vulnerable, porque no soportará el recuerdo de lo arrebatado ni la sospecha de que puede volver a repetirse. Si sabe pasar página y rodearse de gente que aporte la estatura que le ha conferido la épica, vendrá la grandeza. Si no, después de la traición y la venganza, llegará la depresión