Dos miradas

La venganza

La inflamación del verbo en el 'procés' sigue hacia no se sabe dónde

Carles Puigdemont, Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs

Carles Puigdemont, Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs / periodico

EMMA RIVEROLA

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No hay peor desprecio que la indiferencia. En la época de la posverdad, la sabiduría popular ayuda a plantar los pies en el suelo. El sábado pasado, el PDECat celebró un evento de precampaña del referéndum (o de algo) que contuvo todos los ingredientes del 'processisme': afirmación mística de los deseos, demonización del adversario y exaltación de los mártires.

Es cierto que algunos ingredientes han quedado descafeinados. Aunque HomsMasOrtega y Rigau han sido elevados al martirologio de la causa, sus menguadas condenas desaconsejan insistir en las bochornosas comparaciones con Mandela. Y los aspavientos ante los movimientos hostiles del Estado destilan tanta puerilidad, que solo cabe achacarlos a la impostura.

La inflamación del verbo sigue hacia no se sabe dónde. Puigdemont pronostica la «venganza» del Gobierno central si el referéndum no se celebra. La palabra es de lo más acertada. Evoca represión, detenciones políticas... Sin duda, eso podría brindarles la legitimidad moral (que no legal) que los líderes independentistas buscan desesperadamente.

La leyenda de David y Goliat necesita a un gigante opresor, pero queda reducida al absurdo si el filisteo da la espalda a ese enclenque que salta a su alrededor con una honda en la mano. Mientras aquí se dispara la temperatura, Rajoy sigue inmutable. Su actitud no soluciona nada, pero no hay verbo exaltado que soporte la indiferente aplicación de la ley.