El vendaval Thatcher

"La Dama de Hierro no estuvo sola en la revolución económica, que también fue política, y que acabó de forma radical con el mundo bipolar que había nacido de las cenizas de la segunda guerra mundial"

Margaret Thatcher

Margaret Thatcher / periodico

ROSA MASSAGUÉ

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Capítulo dedicado a Margaret Thatcher extraído del libro 'El legado político de Blair', de Rosa Massagué, publicado por Catarata (2007)

Margaret Thatcher llegó aDowning Streeten la primavera de 1979. Antes de cruzar el umbral del número 10 como primera ministra, atravesó la calle para dirigirse a los periodistas allí congregados. Parafraseando aSan Francisco de Asís,con aspecto de cordero y aires de maestra dijo: "Donde hay desacuerdo, traigamos armonía. Donde hay error, traigamos verdad. Donde hay duda, traigamos fe. Y donde hay desesperación, traigamos esperanza". Era un falso inicio porque lo que realmente llegaba al poder era una loba dispuesta a hacer una auténtica revolución que acabó llevándose por delante a la misma dama de hierro y al partido. Solo ahora, diez años después de haber perdido las primeras elecciones ganadas por los laboristas, los conservadores empiezan a recuperarse.

Con el lema 'más mercado y menos Estado', enterró de un plumazo el consenso que había regido la política británica desde la más inmediata posguerra sobre el Estado del bienestar y se lanzó de cabeza a la puesta en marcha de la revolución neoliberal inspirada porMilton Friedman y la llamada escuela de economía de Chicago. Como explicaría años después, en 1984, su objetivo era: "Cambiar a Gran Bretaña de una sociedad dependiente a una autosuficiente, de una nación de 'dámelo' a una de 'hazlo-tu-mismo'. Una Gran Bretaña de 'levántate y anda', en vez de 'siéntate y espera'".

Eran nuevos tiempos y Thatcher no estaba sola en esta revolución económica, que también fue política, y que acabó de forma radical con el mundo bipolar que había nacido de las cenizas de la segunda guerra mundial. Dos años después de la llegada de los conservadores a Downing Street,Ronald Reaganalcanzó la presidencia de Estados Unidos y en el Vaticano, un papa polaco,Juan Pablo II, aportaba su contribución al fin del comunismo y a la desaparición de lo queWinston Churchill había bautizado como telón de acero. Decididamente, eran otros tiempos.

La Nueva Derecha que representaba Thatcher consideraba que el Estado del bienestar "era un monopolio público que coaccionaba la libertad individual y drenaba los recursos privados. Además, el Estado del bienestar había creado una 'cultura de la dependencia' que ejercía un efecto moral corrosivo en los individuos y le creaba a la sociedad una multitud de problemas".

Según esta Nueva Derecha, el Estado del bienestar era el culpable de la decadencia económica británica. Por tanto, había que primar la creación de riqueza antes que su provisión; los individuos debían ser autosuficientes en vez de depender de servicios públicos colectivos, y la libertad y la posibilidad de elección debían ser prioritarias sobre la igualdad y la justicia social. El sector público debía ceder el lugar a la empresa privada y correspondía a las fuerzas del mercado el acomodar los recursos. Según los conservadores, la fórmula que traería empleo, riqueza y prosperidad consistía en: "Una combinación de bajos impuestos, gasto público reducido, empresa privada, sindicatos débiles, libre mercado y un marco macroeconómico estable".

Thatcher consiguió reducir drásticamente la inflación de dos dígitos que había heredado, sentó las bases para el posterior crecimiento económico, prácticamente paralizado durante los últimos años de gobierno laborista, y la reducción del paro, y desarmó a los sindicatos. Pero, lo hizo con un coste social elevadísimo que agudizó las tensiones.

Sin marcha atrás

Durante la primera legislatura, en plena recesión económica, los periodistas más habituales en la televisión y la prensa eran los especialistas en información laboral (hoy prácticamente desaparecidos). Había un goteo diario de cierres de empresas y las listas del desempleo no hacían más que crecer. El paro juvenil era noticia y el de hombres de 50 años también. La aplicación de una política monetaria estricta, con una subida de los tipos de interés y de los impuestos indirectos, había llevado a la desaparición de numerosas empresas. La inflación alcanzó el 18%, y el millón de parados que había heredado de los gobiernos laboristas se convirtieron en casi cuatro millones.

El apodo de Dama de Hierro que muy pronto se le colgó a Thatcher no era un eufemismo. Lo dejó claro en 1980, en la conferencia del partido, cuando salió al paso de numerosas peticiones de amplios sectores conservadores para que suavizara su política económica con la célebre frase: 'The Lady¿s not for turning', 'La Dama no da marcha atrás'. No le tembló el pulso cuando los Presupuestos de 1981 contemplaban una subida de impuestos; ni en 1984-1985, en su segundo mandato, cuando ganó el desafío que le habían planteado los mineros con una larga huelga de un año que no evitó el cierre de todos los pozos, salvo 15 que fueron vendidos, y acabó siendo el acta de defunción de las otrora poderosas 'trades union'.

Tampoco le tembló el pulso cuando, en defensa de los intereses británicos y de la legalidad internacional, envió una armada de una punta a otra del planeta, en la primavera de 1982, para recuperar las islas Malvinas, de soberanía británica. Las islas habían sido invadidas por fuerzas de una dictadura golpista y sanguinaria, como era la argentina, encabezada entonces por el generalLeopoldo Galtieri,pero, Thatcher no le hizo ningún asco a la ayuda de otro general golpista y criminal, como el chileno Augusto Pinochet, para que la Union Jack ondeara de nuevo enPort Stanley.

Capitalismo popular

Tras ganar un segundo mandato en 1983 --victoria a la que no fue ajeno el éxito de la campaña militar de las Malvinas--, Thatcher lanzó su programa de grandes privatizaciones que había iniciado tímidamente en el primero. Pasaron a manos privadasBritish Gas, British Aerospace, Cable and Wireless, Britoil,la compañíaNacional de Autobuses, British Airways, Rolls Royce, British Steel,las compañías generadoras de electricidad, las de agua y muchas más. Como se decía popularmente, Thatcher se estaba vendiendo la plata de la familia. Todas ellas habían sido empresas privadas en sus orígenes y nacionalizadas en los años 40.

El afán de poner en el mercado todo lo que fuera vendible le hizo privatizar incluso algo comoBritish Telecom,la compañía de telecomunicaciones que siempre había sido pública. La puesta en el mercado de este gigante llegó a asustar a laCity por su envergadura e impulsó la idea de la venta de acciones directamente a los ciudadanos dando origen a lo que se llamó capitalismo popular. Aunque en un principio el ministro del Tesoro,Nigel Lawson,lo calificó de capitalismo del pueblo, a Thatcher, lo de pueblo le sonaba a comunismo y rápidamente lo cambió por popular.

Pese a esta retórica populista, los beneficiarios de las privatizaciones fueron las grandes corporaciones, los fondos privados de pensiones y las compañías aseguradoras. Los hombres de empresa eran ahora las figuras públicas más valoradas y mimadas por el Gobierno. Este cambio resultaba evidente en las listas de condecoraciones que cada año otorga la reina a petición del Gobierno. Los servidores públicos habían prácticamente desaparecido de dichas listas y su lugar lo ocupaban ahora grandes empresarios y altos ejecutivos.

El gran supermercado de sectores manufactureros y de servicios permitió al Gobierno ingresar en el erario público 60.000 millones de libras esterlinas (90.000 millones de euros) y al mismo tiempo ahorrar en subsidios a las empresas que eran deficitarias, pese al aumento del gasto público en beneficios sociales para los miles y miles de parados y los otros miles a los que muchos médicos, especialmente en las zonas más afectadas por las ventas y cierres de empresas, certificaban como enfermos ya que las prestaciones sociales eran algo mejores en el caso de enfermedad que en el de paro. Las privatizaciones llevadas cabo por la dama de hierro han pasado a ser sinónimo de thatcherismo y su alcance fue tan enorme que historiadores comoKeith Middlemashan comparado este cambio de propiedad a gran escala con los saqueos de los bienes de los seguidores deCarlos I después de la guerra civil, en el siglo XVII .

Las revueltas

El tercer mandato de Thatcher, iniciado en 1987 fue el de su perdición. La introducción de la llamada 'poll tax' desató unas protestas sin precedentes, contribuyó a su impopularidad y aceleró su caída. Se trataba de un impuesto único que gravaba a todos los residentes por igual, ya fuera un barrendero de un barrio depauperado deLiverpool o un multimillonario del barrio londinense deKensington, y sustituía a los impuestos locales municipales. En Londres, un millón de personas salió a la calle en protesta por este impuesto injusto, muchos miles amenazaron con no pagarlo y hubo escenas violentas cuando los funcionarios pretendían recaudarlo. Era la primera vez que los ciudadanos desafiaban en la calle al thatcherismo.

En los pasillos del poder, enWestminster,se preparaba otra revuelta sólo que ésta se gestaba dentro de las propias filas conservadoras. Europa era el contencioso. Justificando su negativa a que elReino Unido entrara en la entonces llamadaCEE oMercado Común como también se le llamaba entonces, el generalCharles de Gaullehabía dicho, en 1963, que puestos escoger entre Europa y el vasto océano, los británicos escogerían siempre este último. Thatcher, como la mayor parte de sus compatriotas, parecía estar plenamente de acuerdo con el presidente francés pese a que el Reino Unido finalmente había entrado en la CEE en 1973, de la mano del primer ministro, también conservador,Edward Heath.

Lo que entendía Margaret Thatcher por Europa lo resumía ella misma con estas palabras: "Excepto en el sentido geográfico, Europa es una construcción totalmente artificial. No tiene sentido pegar juntos aBeethoven y Debussy, Voltaire y Burke, Vermeer y Picasso, Nôtre Dame y Saint Paul¿s,carne hervida y bullabesa, y presentarlos a todos como elementos de una realidad `europea¿ musical, filosófica, artística, arquitectónica o gastronómica. Si Europa nos encanta, como me ha ocurrido muchas veces, es precisamente por sus contrastes y contradicciones, no por su coherencia y continuidad".

Su relación con la CEE no podía ser más conflictiva y estuvo llena de encontronazos, desde la cumbre deDublín de 1979 que pasó a la historia por la frase: "Quiero que me devuelvan mi dinero", aunque no la pronunciara exactamente así, pasando por la que fue atribuida al entonces primer ministro francésJacques Chirac en otra cumbre, la de Bruselas de 1988, para regocijo de la prensa popular británica y desesperación de diplomáticos a ambos lados del Canal de la Mancha: "¿Qué quiere esta ama de casa? ¿Mis huevos en una bandeja?"

La CEE se dirigía hacia la consecución de una moneda única y de una mayor integración política. Ambos objetivos horrorizaban a Thatcher y se cuidó de decirlo alto y claro en un discurso pronunciado en Brujas en 1988. Su postura intransigente dividió a su gabinete y el ministro del Tesoro,Lawson, y el secretario del Foreign Office, Geoffrey Howe, iniciaron lo que sería la revuelta que acabaría con la vida política de la dama de hierro dos años después.

Mientras enWestminster se afilaban los cuchillos, en el país real las cosas tampoco iban muy bien. "El milagro económico de Thatcher demostró ser un espejismo. El sostenido auge que había llenado los bolsillos de los entusiastas votantes conservadores y que había dado a Margaret Thatcher tres victorias consecutivas, había empezado a torcerse".

Lawson tuvo que subir los tipos de interés hasta el 15% para contener una inflación que empezaba a galopar. Se volvía a una fase de recesión y el paro crecía de nuevo.

Thatcher fue defenestrada en noviembre de 1990, a mitad de su tercer mandato, dejando tras de sí a un país dividido. Según una encuesta del instituto MORI realizada tras su dimisión, el 52% consideraba que "en términos generales, había sido buena para el país", mientras que el 48% consideraba que había sido "mala". Como señalaAnthony Giddens:"Independientemente de lo que pueda haber logrado o no el thatcherismo, lo cierto es que conmocionó a la sociedad británica. Margaret Thatcher, como la mayoría de los neoliberales, no era una conservadora corriente. Enarbolando la bandera del mercado libre, atacó las instituciones y elites establecidas, mientras sus políticas daban consistencia a cambios que ya estaban recorriendo extensamente la sociedad".