Van Gaal y la era de los gurús

Jorge Sampaoli se suma a la nómina de entrenadores que dejan huella

Jorge Sampaoli da instrucciones a sus jugadores.

Jorge Sampaoli da instrucciones a sus jugadores.

ELOY CARRASCO

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En la era de los entrenadores que dejan huella, se marcha uno de los grandes, Louis van Gaal. Nunca como en estos tiempos han atado los clubs su destino al de un técnico, que acaba haciendo las veces de un faro o un gurú. «Un proyecto», que se dice. Lo fueron Cruyff Guardiola en el Barça (ellos fueron mucho más), y en medio de ambos se coló la pétrea figura de Van Gaal, un profesional que garantizaba eficacia sin genio y que en lo humano dejó ver poca cintura.

Se hizo admirable en el Ajax que ganó la Champions de 1995, un equipo lleno de críos que le levantó la camisa al Milan de 'buitracos' como Baresi, Maldini y Costacurta. Ocho de aquellos campeones (pasemos lista: Reiziger, Bogarde, los gemelos De Boer, Davids, Litmanen, Overmars y Kluivert) acabaron en el Barça, pero nunca fue lo mismo. Van Gaal ganó un muy ansiado doblete con un equipo más mecánico que inspirador. Aburrido sería demasiado decir. Lo mejor de su paso por el Camp Nou fue que dio cancha a muchos futbolistas de la cantera que hoy son leyendas.

SUBIDO A UN ÁRBOL

Van Gaal tiene su lugar en la historia y cierra la libreta justo cuando otro técnico consolida su nombre en España. No es precisamente joven Jorge Sampaoli (56 años) aunque es ahora, en su primer trabajo en Europa, cuando el gran público lo descubre. Pequeño, nervioso como un lémur, siempre alerta en la banda. Desde el principio dio la nota. Se cuenta la anécdota de sus inicios como entrenador, hace dos décadas y no muy lejos de Rosario, cuando en un partido fue expulsado y, para seguir dando instrucciones, se subió a un árbol y desde allí vociferó los achiques, anticipaciones y movimientos que consideraba. Tiene madera de faro o de gurú, así lo ven en Sevilla, la ciudad que se atreve a entrarle a la Liga por primera vez en 71 años.

El Sevilla ha catado mucha gloria recientemente con Emery, del que ya nadie se acuerda en el Pizjuán mientras las pasa canutas para abrirse paso en París. A Guardiola, cuestionado hoy en Manchester, le ocurre algo parecido, y a su vez no pocos lo añoran en Múnich, donde Ancelotti sufre lo suyo, como Mourinho en el United que heredó de Van Gaal. Los faros o gurús cada vez duran menos, lo que tarda en llegar la luz.