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Vallcorba-Plana

XAVIER BRU DE SALA

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Ha muerto cuando todavía tenía mucho, muchísimo, que aportar a nuestra cultura y lo echaremos de menos, pero su legado de exquisita pulcritud y su trabajo de editor alternativo y de éxito perdurarán. Gracias a Jaume Vallcorba (que en una época firmaba tal como el lector observa en el título), nuestra generación consiguió escapar del mandarinismo cultural estrábico impuesto por el entonces dúo Molas-Castellet. También existían Llibres del Mall, Altaió y otros muchos, que el duunvirato contemplaba con beligerante desprecio, con ecos luckaksians de telón de acero, desde la fortaleza de una editorial que siempre ha vivido del cuento, nunca del negocio.

Fue Quaderns Quema la que perduró y creció como símbolo, sobre todo gracias al boom Quim Monzó. El secreto de los primeros años es, sin duda el tándem, indestructible, Vallcorba-Monzó. Fresco, antipesebrista, moderno hasta el límite de lo undreground, de una fina inteligencia no exenta de humor. Algún día convendrá estudiar la provechosa simbiosis de dos personalidades tan opuestas en el ideario, los gustos y las formas. El secreto permanente de Vallcorba, como de los demás editores-intelectuales, consiste en hacer creer a los lectores que son buenos lectores en la medida que son lectores de su sello editorial. En entornos de semejante hostilidad, ser empresario es tan difícil como ser poeta, y no confundamos ser con hacer las veces de. Muy crítico con el catalanismo de los otros y estos tiempos, Vallcorba volvió a demostrar su capacidad con el catálogo monumental de El Acantilado, que sigue la tradición de los editores catalanes de referencia en el mundo hispánico.

En el otro plato de la balanza, todo debe decirse, que a pesar de su pregonada apuesta por la calidad, no le interesaron nunca demasiado, por no decir nada, los demás grandes nombres de la literatura catalana de su época. Incluso se quitó de encima a Julià de Jòdar porque vendía pocos ejemplares.