La rueda

Valencia, un sistema de corrupción

CARLOS ELORDI

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Aprincipios de los 80, la policía italiana confirmó que la costa alicantina era el refugio dorado de la mafia siciliana y de sus inversiones. Años después, la prensa española denunció que la industria del calzado de Elche era el paraíso de la economía sumergida. En 1995,Eduardo Zaplanaganó el Gobierno de la Comunidad Valenciana y uno de sus secuaces dijo aquello de que él se había metido en política para ganar dinero. Más tarde salió a la luz Gürtel y ahora se ha sabido que la quebrada CAM concedía a sus directivos créditos millonarios al 0% de interés y sin condición alguna, con lo que servían para obtener rápidamente formidables rentabilidades. Dinero regalado, en suma.

En estos años, algún periódico valenciano ha desvelado otros muchos episodios de corrupción. Más de uno de ellos ha saltado a la prensa nacional. Pero, en conjunto, esas informaciones no han dado una idea clara de la profundidad y articulación del fenómeno. Desde hace más de un año la atención se ha centrado en los trajes deCamps.Por el morbo que genera ver a un poderoso pillado en renuncio y porque la peripecia ponía en dificultades aRajoy.Pero el gran problema es que en la Comunidad Valenciana se ha instalado un sistema de corrupción y que este determina la política y la economía de la región.

Para mal, además. Porque el Gobierno valenciano es el más endeudado de España, porque la tasa de paro es de las más altas del país y porque, hundido el sector de la construcción, y sus muchas industrias anejas, se descubre ahora que la producción de naranjas y mandarinas, histórico punto fuerte de la economía valenciana, ha caído drásticamente porque muchas de las tierras se han vendido para hacer apartamentos.

Y lo peor es que no se atisba capacidad alguna de regeneración. Porque el poder sigue en las mismas manos, porque la oposición no es una referencia alternativa y porque la sociedad civil no da señales de reacción.