¿Vacaciones o fuga de pilotos?

La gran cuestión ahora es el impacto negativo en el gigante del 'low cost'

El presidente de la compañía Ryanair, Michael O'Leary, al inicio de la rueda de prensa.

El presidente de la compañía Ryanair, Michael O'Leary, al inicio de la rueda de prensa. / periodico

Athina Sismanidou

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Se estima que casi medio millón de pasajeros de Ryanair van a quedarse en tierra durante las próximas semanas. Recientemente su presidente, Michael O’Leary, se vio forzado a pedir tímidamente perdón por el caos originado. "Este caos es mi caos y soy yo el que debe solucionarlo", declaró.

La paradoja es que Ryanair no es, en absoluto, un caos. Una de las dos principales columnas  del éxito operativo y financiero de Ryanair es justamente su ejemplar capacidad de optimizar una complejísima matriz de rutas, tripulaciones y aeronaves.

El otro factor clave de su éxito es la estrategia de llevar el "bajo coste" al límite, reduciendo el confort del pasajero hasta el máximo de lo que humana y legalmente pueda soportarse. Asimismo, los recursos humanos son retribuidos al mínimo posible, incluidos los pilotos. Este último punto ha sido la clave de la crisis de estos días.

Es difícil aceptar que la razón de tantas cancelaciones sea un simple error de planificación de vacaciones como aduce la compañía. Creemos que existe un elemento adicional que ha desmoronado el equilibrio de máxima eficacia operativa con el mínimo coste: la inesperada y masiva fuga de pilotos a aerolíneas competidoras, principalmente a Norwegian Easyjet.

Solo Norwegian, en plena expansión de sus rutas de corto y largo radio, admite que ha "captado" unos 140 pilotos de Ryanair en lo que llevamos de año. Actualmente, Ryanair cuenta con una flota de unos 340 Boeing 737, y, calculamos, más de 3.000 pilotos. Es decir, un porcentaje importante de los pilotos ha dejado de manera abrupta la aerolínea, en un año record de vuelos. La historia no es nueva. Antes de la fusión, Clickair también contrató pilotos de su entonces competidora Vueling de un día para otro, causando importantes quebraderos de cabeza a la aerolínea catalana.

Penalización

La cuestión ahora es el potencial impacto negativo en el gigante de las low-cost. La aerolínea calcula una penalización de unos 25 millones de euros, si bien analistas del mercado bursátil irlandés incrementan esa cifra hasta los 34 millones. En cualquier caso, es una cifra irrisoria para una compañía que sólo en el segundo trimestre de 2017 ha ganado 397 millones de euros.

Por un lado, habrá que seguir con atención el impacto en los salarios de los pilotos, que previsiblemente se verán forzados a revisar al alza. Por otro lado, el impacto reputacional de esta crisis en sus clientes será más significativo que en otras ocasiones: el cliente de Ryanair está dispuesto -o resignado- a volar en condiciones de mínimos, pero no lo está a arruinar sus vacaciones por una cancelación inesperada.

Este impacto será mayor en las rutas con vuelos alternativos que en las rutas bajo monopolio de Ryanair. En cualquier caso, la experiencia muestra que los viajeros tienen una memoria corta. El mismo O’Leary, fiel a su peculiar estilo, dijo anteayer que estaba convencido de que sus indignados pasajeros volverán a volar con Ryanair: "tenemos nuestro sistema de reservas lleno de pasajeros que en el pasado han jurado no volver a volar jamás con nosotros".