Utopías

Un lugar en el mundo… Tan sencillo. A veces, tan complicado. Y siempre, tan personal. Para algunos, ese lugar se puebla de paisajes, olores y sonidos. Una lengua. Un mar. Un poema… Para otros, el lugar se colma de rostros, de ideas, de sinónimos más allá de los idiomas o las fronteras. Para algunos, los lugares se llaman patria. Para otros, pueblo. O refugio. O soledad. O cuenta corriente... Enraizados en distintos lugares mentales, se confunden los rostros de los forasteros. Para algunos son los que arrastran en sus zapatos el polvo de otras tierras. Para otros son los vecinos de paisaje y lengua con los que apenas se comparten palabras y, aún menos, significados ni pasiones ni quimeras.

Un lugar en el mundo… A veces, tan esquivo que obliga a levantar la vista y perderse en el cielo de los sueños. Para algunos, la independencia de Catalunya es la utopía que creen rozar con las yemas de los dedos. ¿Cómo no comprender su exaltación y su impaciencia? Otros fantasean con un lugar donde se valore la diferencia y se compartan las oportunidades, las libertades y los derechos. Y, aunque son conscientes del espacio infinito que les separa de su sueño, prefieren que la intermitencia de su faro, entre las sombras del egoísmo y la luz de la fraternidad, guíe sus pasos. Son solo utopías, dirán los pragmáticos. Sin reconocer que contra ellas no hay ni leyes ni amenazas ni insultos capaces de resquebrajarlas.