Urkullu señala otro camino

El lendakari se ha desmarcado esta semana del unilateralismo por el que ha optado Artur Mas

JOAN TAPIA

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Vivimos días de mucha tensión. Primero, por la resolución de Junts pel Sí (JxSí) de "desconexión masiva" con España que el Parlament aprobará el lunes y que acto seguido el Tribunal Constitucional anulará. Segundo, por la muy problemática elección de un nuevo presidente de la Generalitat que, salvo gran sorpresa, no se aclarará esta próxima semana. Ni el lunes ni 48 horas después en segunda votación. Parece que no habrá fumata blanca -o negra definitiva- hasta final de diciembre, tras las elecciones españolas.

Pero la semana pasada es la que el lendakari, Iñigo Urkullu, ha elegido para volver a marcar distancias con el proceso catalán. En la SER fue contundente contra la hoja de ruta de JxSí y la CUP: "No se crea un Estado independiente en la UE de la noche a la mañana y en todo caso, de hacerlo, sería fruto de un proceso previo de diálogo y de conversaciones". Y remachó: "No creo en la unilateralidad y defiendo la bilateralidad basada en el pacto con el que se articuló el actual Estado español".

Suena fuerte dicho por el hoy indiscutible líder del PNV, el que recuperó Ajuria Enea en el 2012 después de que el pacto de Patxi López con el PP -el españolismo- echara a Juan José Ibarretxe, que había ganado las elecciones del 2008.

No son solo palabras. El PNV votó el miércoles contra una propuesta de Bildu para celebrar un pleno monográfico del Parlamento vasco sobre la situación del soberanismo en Euskadi y Catalunya y está también contra una ley vasca de consultas, otra propuesta de Bildu. Urkullu proclama que España necesita un Cameron y que no espera nada de Rajoy, y tiene solo 27 diputados (sobre 75), pero prefiere gobernar en minoría y apoyarse en acuerdos puntuales con el PSOE que un pacto estable con la izquierda aberzale (21 diputados) que tendría una muy amplia mayoría nacionalista.

Debe ser una actitud muy reflexionada porque -como señala Antoni Batista en un libro sobre Arnaldo Otegi que acaba de aparecer- fueron el entonces joven diputado Urkullu y Otegi los que en 1998 pactaron la ley del deporte sobre las selecciones vascas que hizo saltar por los aires la tradicional coalición PNV-PSOE y abrió paso a los pactos de Lizarra entre Batasuna y el PNV y a la segunda tregua de ETA.

Cuando Ibarretxe lanzó su famoso plan en el 2001 (el Congreso lo tumbó en el 2005), Euskadi desafiaba y ETA asesinaba. Hoy ETA ha dejado de matar y el Gobierno vasco rechaza el unilateralismo. Mientras, en Catalunya, que en el 2001 estaba dirigida por Jordi Pujol y Artur Mas de conseller en cap, CDC pacta con ERC, e incluso la CUP, la independencia en 18 meses. Finalmente Ibarretxe acató y nunca se salió de la legalidad. Aquí estamos ya en un peligroso choque de trenes.

LA ARQUITECTURA DE LA UE

Mientras Urkullu -pese a que el abandono de las armas por parte de ETA en el 2012 parece definitivo- no quiere pactos con la izquierda rupturista, Artur Mas no solo fue al 27-S con ERC, sino que quiere ser investido con la ayuda de la CUP. Unos dicen que los catalanes señalan el camino del futuro y otros que los vascos han aprendido de sus errores. Y el PNV, que conoce bien el centro-derecha europeo -como en Catalunya solo lo conoce Duran Lleida-, sabe que crear un nuevo Estado en la UE no se puede hacer rompiendo la legalidad española, que es también romper la arquitectura de la UE, un pacto de estados, ninguno de los cuales ve con buenos ojos una nueva ampliación por subdivisión de los actuales.

Pero hay algo más relevante. En el mundo del PNV nunca se ha dejado de soñar con la independencia. Javier Balza, 10 años consejero de Interior de Ibarretxe, me dijo una vez: "Los que tragaron el Estatuto vasco (el Gobierno español) sabían que no lo iban a cumplir; los que lo firmamos (el PNV) también sabíamos que no lo respetarían, pero aunque lo hubieran hecho sabíamos que tampoco habríamos quedado satisfechos". Lo que pasa es que mientras se mantiene el programa máximo, el PNV (no todo el partido) está cómodo con lo conseguido del programa mínimo: un autogobierno más o menos amplio (como el catalán), pero con el añadido de la independencia fiscal (el concierto y el cupo).

Si Madrid hubiera pactado más autogobierno y una mejor financiación, seguramente ahora no habría aquí un Artur Mas dispuesto a irse al monte. La nueva financiación pactada con tantas dificultades entre Zapatero y el tándem Montilla-Castells (aprobada por la ERC de entonces) fracasó cuando Elena Salgado tuvo que incumplir todas los compromisos (no solo con Catalunya) por la gravedad de la crisis económica y fiscal.

Antiguos dirigentes vascos dicen que Catalunya podía haber logrado un régimen fiscal similar. Jordi Pujol siempre atribuyó la culpa al Estado y a los otros partidos catalanes, que no lo quisieron reclamar. Lo cierto es que Pujol no lo exigió. Como tampoco con la suficiente fuerza el corredor del Mediterráneo, pese a que fue bisagra imprescindible muchos años. Y hay quienes sostienen que Pujol creía que cobrar impuestos no da votos y no le permitiría consolidarse en la Generalitat.

Sea por lo que sea, lo indiscutible es que hoy -desaparecida ETA- Euskadi vive más tranquila que Catalunya.

OTEGI, ¿CANDIDATO EN EL 2016?

Arnaldo Otegi es el autor intelectual de la última tregua de ETA, la del 2012, que ha supuesto el abandono definitivo de las armas por parte de la banda. Sería, así, no solo el líder de la izquierda aberzale, sino también un combatiente de la paz, pues ya fue el artífice de la segunda tregua de ETA -la que siguió al pacto de Lizarra con el PNV en 1998- y de la tercera, la de Zapatero en el 2006, que acabó tras el atentado de Barajas.

Es la tesis del polifacético periodista y gran conocedor de Euskadi Antoni Batista en el libro que acaba de aparecer, Otegi, la força de la pau (La Campana), con prólogo de David Fernàndez, portavoz de la CUP. Mas allá del acuerdo con la tesis del libro de Batista -que aporta mucha luz sobre la Euskadi de los últimos años-, es bastante incomprensible que siga en prisión.

Otegi quedará libre en abril del 2016, pero está inhabilitado para cargo público hasta el 2022. No podría concurrir a las elecciones vascas de finales del próximo año, aunque sus abogados creen que esa batalla se podría ganar. Así, Otegi, como candidato de Bildu, sería la gran novedad y daría la batalla a Iñigo Urkullu, que encabeza hoy las encuestas.