ANÁLISIS

Urdangarin y la infanta: la hora de la verdad

Aunque se aparte a la acusación popular,la hermana del Rey seguirá imputada como responsable civil a título lucrativo

JOAN J. QUERALT

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El lunes da comienzo la vista oral del caso Nóos, una de las más de 30 piezas del sumario Palma Arena, amplísimo haz de hechos delictivos atribuidos a Jaume Matas, a consejeros suyos y a cargos menores durante los años de su Gobierno balear, aquel que Mariano Rajoy quería para todos los españoles.

Algunos aspectos habría que tener en cuenta. En un primer momento veremos que, en las llamadas cuestiones previas, se objetará duramente la labor del juez de instrucción, pese a que la mayor parte de las quejas ya han sido desbaratadas con anterioridad. Por otro lado, además de discutir sobre las pruebas no admitidas, queda un gran tema; esto es, saber si la infanta -quién iba a decir que, primero su esposo y luego ella, se sentarían en el banco de los acusados- deberá seguir compareciendo como acusada. Así, en cuanto a su imputación penal (cooperadora en alguno de los delitos fiscales de su esposo) se pretenderá negar legitimidad a la acusación popular, que ejerce Manos Limpias, para un delito cuya víctima es conocida y no difusa; eso dice la doctrina Botín. De contrario se opondrá la doctrina Atutxa: la sola acusación popular, sin acusación del fiscal, permitió condenar a tres miembros de la mesa del Parlamento vasco por desobediencia, tema aún sub iudice en Estrasburgo.

Aunque se aparte a la acusación popular, la infanta seguirá imputada como responsable civil a título lucrativo (haberse beneficiado económicamente de delitos de su marido). Ello le obliga a asistir a las sesiones del juicio, con el consabido paseíllo.

En un tercer orden de cosas, veremos algo grotesco: la asignación de millones de euros a un contratista -Iñaki Urdangarin y sus socios- sin mediar contratación administrativa ni seguir procedimiento público. Bajo el lema «si lo pide el yerno del Rey, se hace», algunos cargos relevantes accedían, como hicieron Matas y los suyos, a celebrar contratos administrativos sin expedientes dignos de tal nombre, que concluían con jugosas transferencias a todo tipo de cuentas que generaron, además, no menos jugosos delitos fiscales. Así, se prevaricó, se malversó, se falseó, se defraudó a la Administración, se sobornó a diestro y siniestro. Aunque aquí aún no hay arrepentidos, se sabe por declaraciones de otros imputados en procesos ya instruidos y sentenciados de la mecánica ilegal: favorecer sin rubor a quien correspondiera.

Igualmente significativo y reiterado: se sortean todos los controles, incluido el del pago por lo inexistente. Se pone de manifiesto la debilidad de una Administración poco independiente, plegada con excesiva facilidad al poder político ilegítimo. Algo que hay que mejorar cuanto antes.

El rol de la Agencia Tributaria

Por último, sorprenderá no solo el ahínco del ministerio fiscal en considerar inocente a la infanta, sino el notable esfuerzo desplegado por la Agencia Tributaria para no hallar infracción tributaria relevante. Choca esta actitud, como en algunos aspectos del caso Gürtel, en una institución del Estado que se comporta con profesionalidad a la hora de emitir sus dictámenes ante la autoridad judicial. Mucho se hablará del importante apoyo público con el que contará la hermana del Rey.

Recordemos, en fin, que la infanta y su esposo son los dos primeros miembros de una casa real reinante que se sientan en un banquillo por corrupción.