El turno

El uniforme en la escuela, ¿por qué no?

MARÇAL Sintes

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Veo con simpatía que la escuela pública Màrius Torres de L'Hospitalet de Llobregat haya decidido que sus alumnos vistan uniforme a partir del próximo curso. Por dos tipos de razones. En primer lugar, porque el uniforme es coherente con una serie de objetivos sensatos y comprensibles que avalan la medida, objetivos que al mismo tiempo forman parte del proyecto del centro. Dirección, profesores y padres consideran que el uniforme puede tener un efecto positivo a la hora de contribuir a un clima de mayor igualdad, aumentar la autoestima de los chicos y chicas y su sentido de pertenencia al grupo, mejorar la imagen del centro, evitar el uso de ropas inadecuadas en las aulas, desterrar la competencia marquista, etcétera. Además, calculan que ahorrarán dinero. La realidad es que estas motivaciones, si se quiere discutibles, han conseguido reunir un gran consenso en la escuela y, en cambio, no hemos oído argumentos de peso en contra. Porque no son argumentos de peso, sino de una total inconsistencia de un ideologismo retrógrado, exclamar, por ejemplo, que no se debe llevar uniforme porque es cosa del franquismo o bien porque es lo que hacen muchas escuelas privadas y concertadas. En este sentido, era lamentablemente previsible que en contra de la decisión de la escuela se hayan pronunciado el concejal de IniciativaLluís Estevey la inefableRosa Cañadell, de USTEC.

Pero hay otras razones que hacen que la decisión de la escuela Màrius Torres me parezca elogiable. Que va a contracorriente en un mundo, el de la enseñanza, a menudo demasiado tendente a lo políticamente correcto. Por tanto, es un acto que demuestra y a la vez ensalza el criterio propio y la autonomía (ningún centro público usa hoy el uniforme en Catalunya). Es, en definitiva, un acto de libertad. Bienvenido sea.