Una señora

Cayetana siempre fue uno de mis personajes más queridos. Uno de los primeros que hice y uno de los que más satisfacciones me ha dado. Sin duda, ella fue  una señora siempre. Aceptó y encajó muy bien desde el principio mi imitación. Mi recreación de la duquesa tenía un halo de cariño y simpatía hacía ella que no siempre desarrollas con todos los personajes... y creo que ella  entendió y aceptó mi trabajo de forma tan elegante que sorprendía.

Tanto es así que aceptó encantada nuestra invitación para venir a Sevilla a ver la obra teatral Yes, We Spain en la que yo tenía un número en el que imitaba a la duquesa cantando y bailando... Cuando hice el sketch delante de ella, el público enloqueció y le dedicó una gran ovación. Ella sonreía en la platea y respondía a las muestras de cariño. Su marido la miraba embelesado... Fue un momento increíble e inolvidable. En el camerino se dirigió a mí y simplemente me dijo: «Gracias». Otra muestra de su forma de ver y entender la vida, de comprender que el arte de la imitación nace de la admiración, el respeto y la popularidad de alguien.

Siempre piensas que cuando se va uno de tus «imitados» se van horas de estudio, de dedicación, de mimo y cariño observando a ese personaje... En el caso de la duquesa, además, se une el afecto personal. Era grande de España, pero sobretodo, era Grande como persona. Pensaré cómo, pero me gustaría seguirla recordando en mis shows... Es una forma de mantenerla viva en el recuerdo de todos.