El conflicto de Oriente Próximo

Una reacción desproporcionada

El Ejército israelí ha adoptado como norma de actuación el desprecio por la vida de los palestinos

RON ZEIDEL

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La guerra de Gaza del verano del 2014 fue la más violenta y destructiva en la Franja en los últimos años. Según la ONU, se cobró la vida de 72 israelís y 2.200 palestinos. La actuación de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI, el Ejército israelí) dañó o destruyó 18.000 viviendas y dejó sin techo a 100.000 palestinos.

La proporción de muerte y destrucción no tiene precedentes en los enfrentamientos que condujo Israel en Gaza antes y es resultado del cambio, en los últimos años, del modo en que las FDI dirigen sus acciones de guerra. Este cambio comenzó en el 2005, cuando el profesor Asa Kasher y el general retirado Amos Yadlin publicaron el documento Código ético para el combate del terror, que propone cambios significativos y de largo alcance en los deberes de las FDI para no dañar la vida de inocentes.

El documento establece una «escala jerárquica de vidas» de cuatro etapas: la primera es la vida de los ciudadanos israelís, luego la de los soldados, y por último la de los ciudadanos del enemigo y sus combatientes. Esta jerarquía indica que el deber supremo del Ejército es hacer todo lo posible para evitar el daño de sus soldados, también a cuenta del daño a la vida de palestinos de Gaza no implicados en combate.

Esta concepción configuró la metodología de acción de las FDI en Gaza e influyó sobre la orden de disparar que recibieron los soldados en la operación Margen Protector. En testimonios recogidos por la organización Shobrim Shtiká (Rompiendo el Silencio), un soldado describió estas órdenes: «Las instrucciones son, ante todo, disparar sobre todo aquel identificado, esté o no armado, sin distinción (…). A todo individuo con el que te cruces por contacto visual se le dispara a matar». Instrucciones similares se dan a los soldados en todos los frentes.

En la base de la política de las FDI en Margen Protector estuvo además la doctrina de la Dajia (región del sur del Líbano). En un reportaje del 2008, Gadi Aizenkot, entonces general de comando de la zona norte y ahora comandante en jefe del Ejército, declaró sobre las nuevas normas y políticas de apertura de fuego de las FDI a partir de la segunda guerra del Líbano: «Lo que ocurrió en el barrio de Dajia en Beirut en el 2006 ocurrirá en toda aldea en la que se dispare sobre Israel. Se aplicará una fuerza no proporcional y se ocasionará un enorme daño y destrucción. Desde nuestro punto de vista no se trata de aldeas civiles sino de bases militares».

Algo más sobre esta política se halla en el artículo del general retirado doctor Gabriel Sibony: «Inmediatamente, con el estallido del conflicto, las FDI deberán actuar con celeridad, decisión y una potencia desproporcionada ante la amenaza y la acción del enemigo. Para dañar y castigar en una magnitud que obligue a procesos de recuperación largos y costosos».

La doctrina militar incluyó la destrucción causada sin relación con un posible riesgo para las fuerzas o ciudadanos israelís para hacer pagar el precio. En este sentido, uno de los soldados explicó: «Después de salir escuché una explosión. Miré y vi un bombardeo, nos dijeron que estaba por comenzar el alto al fuego, pero queríamos tener la última palabra antes de salir (…). Lo vi con mis propios ojos, es difícil no distinguir una bomba de media tonelada que cae sobre una casa. Después de eso, tres bombas y luego otras cinco, y veinte».

Estas doctrinas rigieron las acciones militares en el combate en Gaza. Las FDI realizaron un cambio drástico en sus normas de combate. Valores como «la pureza de las armas» y «el valor de la vida humana», antes en la base de su código ético, perdieron su valor.

El modo como  actuamos en Gaza es el resultado de una política israelí bien definida que gozó de justificación y fundamentación ético-moral. La apertura de fuego destructor que hubo debe entenderse como parte del cambio en la modalidad de combate de las FDI y  sus normas. Este proceso alcanza el punto máximo en Margen Protector, y según fuentes autorizadas del Ejército seguirá rigiendo en el futuro.

Las FDI establecieron un equipo de investigación para examinar las desviaciones del protocolo en la operación. Pero, como soldado, yo estuve expuesto durante el servicio al mecanismo de investigación de las FDI. Ahora soy miembro de Rompiendo el Silencio, una organización que sigue desde hace casi 11 años la actividad de las FDI en los territorios palestinos ocupados. Sé que este mecanismo no puede investigar la política que llevó a las acciones de las FDI y solo puede culpabilizar a soldados rasos por episodios puntuales.

Llamamos a que se realice una investigación seria y profunda de los hechos del verano pasado en Gaza por un cuerpo independiente y externo al Ejército con facultades para investigar a los jefes del Estado y del Ejército que condujeron a esta política, y no solo a soldados.