ADIÓS A UNA PERIODISTA MEDIÁTICA

Una periodista con gran integridad y un mal oído

RAMON COLOM

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El director de TVE siempre se ha sentado en el despacho de la dirección de TVE en Prado del Rey. Pero cuando me tocó serlo, el presidente de RTVE, Jordi García Candau, me pidió que me instalara en Torrespaña, la sede de los Informativos. El despacho estaba y está -aunque prácticamente no se ha ocupado- en la séptima planta, dos pisos más arriba de donde trabajaba la directora de Informativos, María Antonia Iglesias. Nos conocíamos, teníamos una buena relación, pero tampoco muy estrecha. El estar en el mismo edificio nos permitió profundizar y apreciarnos más.

María Antonia subía a menudo. Le preguntaba a Cristina o a María Te, las secretarias, si en el despacho tenía a alguien importante. Se lo decían, y si era de la casa, entraba sin llamar. A veces, la visita me contaba un problema y ella se quedaba detrás de la butaca hasta que el visitante se ponía nervioso y se iba. A veces se lo agradecía y otras, pues no. Pero si subía era porque había algún problema que me quería contar. Que si había discutido con algún funcionario de la Moncloa, de Ferraz o de Génova... A veces, la discusión era en el mismo despacho. Descolgaba el teléfono y se encaraba con quien fuera. No tenía miedo de nada ni de nadie. Me preguntaba qué pensaba de una cobertura o de otra, pero nunca los temas complicados. Yo sabía que tenía atravesado a Juan Guerra y que sus códigos morales no le permitían entender historias como la del hermano del vicepresidente del Gobierno. Se enfrentaba con el Poder, mientras los periódicos la acusaban de ser dócil con el Gobierno.

Con ella aprendí Historia de España, a discutir mucho y a valorar los límites del periodismo. En la redacción tenía filias y fobias, pero pocas personas sabían cómo luchaba por conseguir mejores condiciones económicas para sus periodistas. Para estos temas subía por la tarde y me decía: «Ramon, ¿podemos abrir la oficina de Cáritas?». Me contaba historias difíciles y que nos complicaban la vida a la hora de tomar decisiones. Había un presentador por el que ella luchaba en cada reunión. Era una persona que a mí me sacaba de quicio. Ella lo defendía como si fuera su hijo. Un día le dije: «María Antonia, tú sabes que te pone a parir a menudo en la redacción, y el día que nos vayamos te hará cruz y raya». Me dijo: «Claro que lo sé, y que hace ver que me es cercano, cuando yo sé que es más del PP que el propio Fraga»«¿Entonces?», le pregunté. «Yo no quiero hacer ninguna putada, y mucho menos porque es un señor de derechas». Gracias a esos contratos, el presentador está en la plantilla de TVE, dirige un programa y es uno de los hijos predilectos de... Dolores de Cospedal.

Hablábamos de política, de cine, de religión. Ambos somos (éramos) creyentes. Un día me dijo: «Ramon, Tienes que pensar que Dios es muy viejo y a su edad está mal del oído [como ella]. Tú insiste, y si ves que no te escucha, busca algún intermediario que le pase el mensaje. Es lo mejor». Creo que ahora, cuando Dios no me escuche, ya sé quién será el intermediario.