EL AMFITEATRO

Una ópera que no es 'buffa'

El Festival de Salzburg presenta un 'Cosí fan tutte' convencional y en clave de comedia, con la sutil ironía de Mozart y Da Ponte convertida en humor

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ROSA MASSAGUÉ

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Después de un 'Cosí fan tutte' violento y centrado en una sexualidad incontenible visto en el Festival d'Aix en Provence, tres semanas después, el de Salzburgo presenta una lectura muy distinta, en las antípodas, pero también insatisfactoria, de la ópera de Wolfgang Amadeus Mozart, con más de una incógnita. Sven-Eric Bechtolf, el director de escena sitúa la ópera en el momento de su estreno, en 1790, un año después del inicio de la revolución francesa.

Calificada de 'ópera buffa' en el catálogo del compositor, esta producción la presenta como tal. Pero ahí está el primer interrogante: ¿es 'Cosí' una ópera 'buffa'? La respuesta no puede ser más que una negativa. No, 'Cosí' no es una ópera 'buffa', y confundir la ironía con el humor no es pecado, pero sí un error.

'Cosí' es una ópera de aprendizaje en la que las dos parejas protagonistas deben adquirir la sabiduría, la capacidad de discernir como adultos, algo que el amor, o el estar enamorado, impide por su carácter irracional. El cínico Don Alfonso, un personaje racional, fruto de la Ilustración, es el médium que el compositor y su libretista Lorenzo da Ponte utilizan para que los cuatro personajes crezcan aunque sea a costa del dolor.

No es una casualidad que Mozart subtitulara su ópera como 'la escuela de los amantes'. Pero Bechtolf presenta una academia científica en la que los alumnos no son las dos parejas protagonistas sino una serie de estudiosos enmascarados y Don Alfonso, el cátedro prepotente que realiza el experimento científico en el que Guglielmo y Ferrando, y sus prometidas Fiordiligi y Dorabella, son unos conejillos de Indias para mayor gloria del viejo filósofo. No se trata de ganar una apuesta sino de adquirir el reconocimiento académico. Al final, el experimento no acaba bien, porque en este 'Cosí' no hay final feliz aunque sea amargo. Aquí, cuando los cuatro descubren haber sido juguetes en manos de Don Alfonso salen disparados e indignados cada uno por su lado.

Este planteamiento no es un disparate. Lo es en cambio su presentación como si fuera una 'commedia dell'arte', con grandes dosis de humor, con todos los tics, los buenos y los malos, de la 'opera buffa', con gags que cuadrarían mejor en un teatro de provincia (dicho sea con todos los respetos). Todo es convencional en exceso y queda en una superficialidad que no se merece esta ópera que hurga en los defectos de la condición humana.

El lugar escogido para la representación plantea otro interrogante: ¿por qué se representa en la Felsenreitschule, un teatro con un ancho de escenario que nunca se acaba cuando la ópera tiene un carácter intimista, más adecuada para la Haus für Mozart, el teatro reconstruido hace unos años para albergar precisamente las obras del compositor salzburgués? 

La Felsenreitschule es una antigua escuela de equitación con una reconocible pared al fondo hecha de pequeños palcos y nichos. Para entendernos, es el escenario donde actúa la familia protagonista de la película 'Sonrisas y lágrimas' desde donde escapan huyendo del nazismo.

Bechtolf utiliza todos los 40 metros de ancho del escenario, así como los nichos y palcos del fondo por los que pasean figurantes y cantantes, y resuelve las escenas más domésticas con tres decorados pintados. Los cantantes se ven obligados a unas larguísimas caminatas de una punta a otra, en especial Don Alfonso y Despina, la criada. Todos se mueven mucho por el escenario, pero el movimiento constante y siempre simétrico, no esconde la falta de un espacio necesario más reflexivo.

En contraste con las grandes distancias del escenario, el director Ottavio Dantone y la orquesta del Mozarteum de Salzburgo hicieron la lectura más profunda que se corresponde a la obra de Mozart. La soprano Julia Kleiter (Fiordiligi) y la mezzosoprano Angela Brower (Dorabella), así como sus 'enamorados' Mauro Peter (Ferrando) y Alessio Arduini (Guglielmo) consiguieron con su voz hacer olvidar la desacertada propuesta escénica. Martina Janková ha sido Despina en otras ocasiones en Salzburgo y destaca siempre por su vis cómica, muy acentuada en este caso.

A Michael Volle como Don Alfonso --papel sin apenas un aria ya que todo lo que interpreta son recitativos-- habría que darle una medalla de maratoneta por su constante ir y venir de un lado a otro del escenario.

En la edición de este año del festival coinciden las tres óperas que Mozart compuso con libreto de Da Ponte, las tres con una puesta en escena del propio Bechtolf estrenadas en ediciones anteriores. Y aquí va el último interrogante: ¿hay alguna unidad entre las tres propuestas escénicas, algún hilo conductor? Yo no lo he sabido encontrar. Las tres son muy distintas tanto estética como conceptualmente y muy irregulares. Su 'Don Giovanni' poco tiene que ver con 'Le nozze de Figaro' y con este 'Cosí', y viceversa.   

La asistencia a dos 'Cosí' (el de Aix y éste) tan distintos y tan poco convincentes despierta la nostalgia de otras producciones de esta ópera. Sin duda, la que firmaban también en Salzburgo Ursel y Karl Ernst Herrmann en el 2004, una producción de una rara belleza e inteligencia

Y un último apunte. El tenor Mauro Peter hará su debut en España, en la Schubertiada de Vilabertran, el próximo día 25, para cantar el ciclo de Franz Schubert 'La bella molinera'. Le acompañará al piano Helmut Deutsch. De no perder.

'Cosí fan tutte', vista el 2 de agosto.