Una nueva cruzada

En el siglo XIII parece que hubo una quinta Cruzada, protagonizada por niños. Las fuentes históricas son dudosas y todo ello entra en el terreno de la fabulación y el mito. Se habla de unos 30.000 chavales que recorrieron Europa con la idea de atravesar el Mediterráneo y conquistar Jerusalén. En cualquier caso, el episodio, más o menos cierto, sirvió para que el novelista francés Marcel Schwob escribiera una novelita apasionante que fascinó, entre otros, a Jorge Luis Borges. Schwob, escritor maldito, creó una polifonía de voces, La Croisade des enfants, en la que se describía esta inmensa procesión de niños hacia la desolación. «Hace mucho tiempo que vagamos», dice uno de los niños. «Hay voces ignotas que nos llaman durante la noche». Deslumbrados por un objetivo imposible, sin saber a donde van, a través de «selvas espesas y ríos y montañas y caminos llenos de zarzas» se encaminan sin guía hacia la muerte.

He pensado en ello a raíz de los más de 10.000 niños refugiados que nadie sabe dónde paran. Europol confesaba esta cifra a primeros de año, pero ahora ya se habrá multiplicado. Llegaron solos, o en el trayecto quedaron huérfanos, o quizá buscan a algún familiar que no saben dónde está. Por cualquier razón que podamos imaginar, una nueva cruzada anda por Europa. Indefensos ante el crimen y la esclavitud. Como los de Schwob. «No recordamos nada porque nada hemos aprendido, pero hemos visto árboles viejos y rocas rojas».