Dos miradas

Una nave

Los eclesiásticos gerundenses del siglo XV tenían claro que con la catedral gótica estaban construyendo un edificio que debía atraer a las masas

Varios figurantes en la escalinata de la catedral de Girona.

Varios figurantes en la escalinata de la catedral de Girona.

JOSEP MARIA FONALLERAS

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En el año 1416, el obispo Dalmau de Mir y los canónigos de Girona decidieron encargar un estudio y una posterior votación a 12 maestros de obra de primera fila, los mejores del momento, que venían de todas partes –desde Tortosa a Narbona– para dilucidar si la cabecera de la catedral gótica, que estaba a medio construir, debía completarse con una sola nave o con tres, como era habitual entonces. Unos años antes ya se habían decidido por las tres naves, pero los gerundenses no lo acababan de tener claro. Necesitaban lo que el profesor Joan Molina, del Institut de Recerca Històrica de la UdG, calificó de «un Guggenheim medieval». Es decir, que el «dictum opus navis unius» fuera «solemnius, notabilius et proporcionabilius». Es decir, que la obra fuera bella y proporcionada y solemne, pero, sobre todo, notable. Los eclesiásticos gerundenses del siglo XV tenían claro que estaban construyendo un edificio que debía atraer a las masas y el rodaje futuro de 'Juego de tronos' y aquella famosa sentencia de Chillida que definía los tres espacios espirituales más fascinantes del mundo: Santa Sofía, el Pantheon y la catedral de Girona.

Estos días se han cumplido 600 años de la decisión. Se conserva el pergamino original con una grafía finísima y con una compaginación manual, justificada y con márgenes, que es toda una joya. Ganaron por 7 a 5 los defensores de las tres naves, pero el obispo entendió que la democracia y el arte no tienen nada que ver.