Una historia de éxito

Cuando una historia nos gusta, nos impacta o nos emociona, la reacción más natural es hacerla nuestra y repetirla para poder compartirla. Así pues, podríamos decir que, de toda la vida, la medida del éxito y de la pervivencia de una historia radica en la facilidad con que logra ser repetida. Ahora, gracias a las redes y las nuevas tecnologías, todo es mucho más fácil. Un buen ejemplo de esto es lo que le ha pasado a Carles Capdevila, que el pasado domingo, en solitario en el escenario, llenó el Teatre Borràs para hablar de un tema aparentemente poco espectacular: la educación de los hijos. Capdevila llevaba años y años hablando en público de este tema. Había utilizado los medios tradicionales y los sistemas más nuevos de comunicación. Había escrito libros, artículos, tuits, conferencias, programas de tele y de radio...

Todo muy normal y muy previsible hasta que un día de julio de este año alguien tuvo la idea de grabar una de sus conferencias y colgarla en Youtube. En pocos días, gracias a la capacidad y a la voluntad de compartir contenidos que tenemos los usuarios, se convirtió en un fenómeno viral y llegó a la asombrosa cifra de 500.000 visitas. Unos meses después de la primera exposición, el vídeo ya supera 1.300.000 visionados y a Capdevila se le han multiplicado las ofertas para repetir la performance por toda la geografía española. Más allá de alegrarme de todo corazón del éxito de un amigo y colega, el fenómeno es, sobre todo, un ejemplo de los nuevos tiempos que vivimos en el mundo audiovisual. Más allá del contenido, que siempre debe ser interesante, lo que marca definitivamente la diferencia es la capacidad y la facilidad con la que este contenido puede ser repetido.

Si en el mundo de ayer la información y el acceso a los medios definían el poder, en el de hoy quien tiene el poder es quien sabe comunicar con éxito; es decir, aquel que es capaz de generar contenidos dignos de ser compartidos.