Dos miradas

Una excursión

¿Era necesario ir a Bruselas para evidenciar que no estamos en el lugar donde creemos que estamos?

Puigdemont y el Govern piden ayuda en la UE para conseguir el referéndum

Carles Puigdemont pide ayuda en la UE para lograr el referéndum. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Los argumentos que usó González Pons para tratar de boicotear la conferencia de Bruselas fueron penosos e indignos, una falta de respeto que dice mucho sobre la actitud del PP. Querer intimidar a los hipotéticos asistentes al acto de Puigdemont con el anuncio de una inexistente simpatía de la extrema derecha europea hacia Catalunya fue una actitud vergonzosa y cínica.

Como también fue cínico Rajoy cuando se quejó, el mismo día, que volver a hablar del asunto catalán era una «desgracia». Aquellos pesados, debe pensar. Aquellos pesados que ahora van a Europa para emitir una señal de socorro y que tienen «el trato que se merecen». La tristísima realidad es que, en Madrid, desprecian, con un complejo de superioridad enfermizo, una cuestión que, se mire como se mire, es de primer orden. O la desprecian o la combaten sin miramientos, sin el más mínimo escrúpulo democrático.

Dicho esto, también hay que decir que estamos solos o, como mucho, con unos cuantos conocidos y saludados de la familia. Y que el anunciado éxito diplomático no deja de ser una excursión escolar, como certifica la foto de la comitiva, embuchada en un vuelo de bajo coste, de esos que están pensados para liliputienses.

¿Era necesario un gesto simbólico y casi desesperado? Promover un referéndum no solo es lícito sino saludable, y el empeño del PP para evitarlo es de una ceguera altiva e intolerable. Pero, ¿era necesario evidenciar que no estamos en el lugar donde creemos que estamos?