La rueda

Una década después de Aznar

SAÜL GORDILLO

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Las memorias de José María Aznar nos han obligado a recordar la masacre de los trenes de Madrid en el 2004. La sentencia del Prestige nos ha hecho revivir el hundimiento del petrolero en la costa gallega en el 2002. Dos ejemplos de nefasta gestión de crisis por el último Gobierno del PP aznarista. El nunca máis y el pásalo fueron dos respuestas ciudadanas ante el intento de manipulación y engaño de aquellos gobernantes que nos hicieron creer, o lo intentaron, que España era una potencia económica de primer orden. Del «ha sido ETA» de Acebes y los «hilillos de plastilina» de Rajoy hemos pasado, una década después, a la autojustificación de Aznar en su libro -la culpa de las «dos líneas de investigación» sería del CNI, según el expresidente- y a una sentencia vergonzosa que, definitivamente estos días, nos aleja de una justicia lenta como siempre e injusta como nunca.

Hace una década el PSOE lucía nuevo liderazgo, el de Zapatero, y agitaba en la calle pancartas con el No a la guerra de Irak y el Nunca máis, y en jornada de reflexión Rubalcaba proclamaba que los españoles se merecían «un Gobierno que no les mienta». La semana pasada el PSOE aplazó el debate sucesorio en favor de un supuesto giro a la izquierda que no sabe trasladar a la calle. ¿No tiene más banderas para agitar que la etérea defensa de la unidad de España?

La caída libre del PSOE en las encuestas da oxígeno a un PP que se puede permitir escándalos como el de Bárcenas sin que ello le pase factura. España está jodida. No porque el Gobierno y su partido sean un desastre sino porque si hoy hubiera una crisis como las del 2002 o el 2004 -Dios no lo quiera- la alternativa política estaría aún hablando de primarias. En Catalunya nos pillaría preparando la consulta, unos, y boicoteándola, otros.