MIRADOR

Ni una cosa ni la otra

JOAQUIM COLL

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Tiene razón Artur Mas cuando afirma que la cumbre social iba a convertirse en un estéril pim, pam, pum político. Y que por eso la suspende. Pero lo que no explica es por qué el Govern no ha hecho los deberes para que fuera útil e imprescindible. En el 2011, en un momento socioeconómico ya muy difícil, hubo una cumbre anticrisis de la que salieron acuerdos de mínimos en formación profesional, infraestructuras, economía productiva, políticas de ocupación y otros encargos al Govern. La oposición se mostró menos satisfecha, pero hubo consensos y la política demostró, aparentemente, su utilidad ¿No hubiera sido esta una buena ocasión para conocer sus resultados transcurridos dos años?

Nadie discute que las políticas sociales no se van a recuperar si nuestro PIB sigue hundiéndose. Por eso, cargar las culpas a los partidos de la oposición, menos a ERC, claro, que calladamente va ocupando cargos en algunos departamentos del Govern, acusándoles de «no ser responsables», es sencillamente una pataleta de Mas. Que esta vez no hubieran sido invitados los interlocutores sociales y económicos, indica que no tenía voluntad de celebrar llevar a cabo dicha cumbre o que, en el mejor de los casos, quería convertirla solo en un acto de apoyo a su justa petición de flexibilización del déficit. Luego hay la excusa de los presupuestos. Y digo excusa porque en el 2011 las cuentas no se aprobaron hasta julio, como seguramente acabará ocurriendo este año. Y entonces sí hubo cumbre. En este tipo de encuentros pueden acordarse medidas muy inmediatas. Ahora, ante la realidad de la pobreza infantil, es urgente garantizar a todos los menores dos comidas diarias, por ejemplo. O, en el campo de la investigación, evitar que los profesores jóvenes, a los que por ley se debería ofrecer un nuevo contrato, no sean expulsados de nuestras universidades tras haber invertido en su formación mucho dinero. Son cuestiones concretas que pueden hacerse realidad si realmente se priorizan.

Pero al lado de lo urgente, las cumbres sociales y anticrisis han de tener un sentido estratégico. Una buena hoja de ruta hubiera podido ser el manifiesto Més indústria, suscrito en diciembre por todos los interlocutores relevantes en este materia. Por cierto, mientras Catalunya estaba sin Govern. Luego ha habido alguna foto, pero políticamente no se le ha dado la importancia que tiene. Tal vez sea porque Joan Trullén, alma máter de la iniciativa, subraya algo tan sensato como que España no saldrá adelante sin Catalunya y a la inversa. Y entonces vamos a lo de siempre. Mientras Mas no tenga otra ruta ni obsesión que la consulta, la gobernación estará desatendida. Aunque lo más probable, es que no hará ni una cosa ni la otra.