Editoriales
Una Barcelona difícil de gobernar
Una ciudad casi ingobernable. Esta es la preocupante imagen que ofrece la encuesta sobre las elecciones municipales en Barcelona elaborada por el GESOP y que hoy publica EL PERIÓDICO, en la parte dedicada a intención de voto. Lo primero que salta a la vista del sondeo es lo complejo que resultaría alcanzar pactos de gobierno, en la medida en que la fragmentación dificultaría acuerdos, que requerirían del concurso de al menos tres grupos municipales.
La segunda evidencia es la confirmación de la sangría de votos que experimentan elección tras elección los partidos tradicionales. CiU, PSC y PP siguen cediendo terreno, aunque la figura del alcalde, Xavier Trias, aguanta con una valoración personal del 5,5 y la federación nacionalista mantiene una ligera ventaja sobre el resto. Si los nacionalistas pierden en beneficio de ERC, que se dispara; los socialistas, lo hacen en varias direcciones, y el PP alimenta a Ciutadans, que se estrenaría en el consistorio.
La tercera cuestión nos lleva a fijarnos en el ala izquierda del espectro, con dos fenómenos simultáneos: la multiplicación de las fuerzas que podrían obtener representación y el aumento de peso de estas opciones, más si en ese campo se incluye a ERC. Hoy por hoy no es posible establecer qué candidaturas concurrirán a las elecciones a la izquierda del PSC, pero todo apunta a que una lista encabezada por la líder de Guanyem, Ada Colau, sumada a Podemos, CUP y tal vez, ICV-EUiA, podría convertirse en segunda o tercera fuerza, en pugna con ERC, y con opciones a todo dado lo apretado que se augura el resultado, con apenas una docena de concejales para la primera fuerza.
En definitiva, la imagen del sondeo es la de un consistorio que refleja la complejidad del momento, con la irrupción de nuevas fuerzas, lo que dificultará la gobernabilidad de una ciudad que ya en el mandato actual ha padecido este fenómeno, incluso con menos grupos representados.
Quedan aún 10 meses para las elecciones municipales y en tiempos tan revueltos pueden pasar muchas cosas, pero las perspectivas de una Barcelona sometida a difíciles e inestables alianzas, en el mejor de los casos, y con un alcalde maniatado por la debilidad de su grupo municipal auguran un futuro incierto. Al menos tanto como el que se atisba en Catalunya y España.
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