tú y yo somos tres

Un tiro regio, entre ceja y ceja

FERRAN MONEGAL

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Esta vez no les ha salido una miniserie de risa, como la que hicieron en el año 2010 sobre Felipe y Letizia. Esta vez Tele 5 nos acaba de presentar un trabajo de estética pulcra, y con gran excelencia interpretativa, titulado El Rey. O sea, cabe alabar la factura técnica del producto, la cuidadísima elección de los escenarios y el excelente trabajo de la mayoría de actores y actrices. Otra cosa es el guion y la manera en que nos cuentan aquellos años en que el Rey Juan Carlos era todavía Juanito. Pongamos el caso de cómo retratan a Franco, por ejemplo: nos lo pintan como un militar astuto pero bonachón, afectuoso, hasta adornado de una gran mansedumbre. O cómo han resuelto la muerte de Alfonso, el hermano menor de Juan Carlos. Han buscado un subterfugio narrativo, una opacidad visual sobre aquel tremendo suceso -del tiro solo se escucha el sonido-, intentando un equilibrio para no incurrir en recordatorio molesto. ¡Ah! Cuando se busca tan afanosamente el balsámico equilibrio, a veces sucede que  las consecuencias son peores todavía: hoy a los jóvenes que han visto este capítulo no se les ha despejado ninguna duda. Todo lo contrario. Deben estar preguntándose si Juan Carlos -que entonces ya contaba 18 años de edad y llegaba procedente de la academia militar- mató o no mató a su hermano Alfonso. Precisamente después de esta primera entrega emitieron un Especial con notables conocedores del tema y allí escuchamos opiniones coincidentes (Pilar Eyre, Pilar Urbano, María Eugenia Yagüe) al respecto: «Se le disparó el arma, o la disparó, y le dio entre ceja y ceja (...) Don Juan cogió entonces por el cuello a su hijo, lo tumbó sobre el cadáver de su hermano, y le dijo: '¡Júrame que no lo has hecho a propósito!'». Todo esto en la teleserie se evita.

También ha sido luminoso haber incluido entrevistas con las que fueron los grandes amores de Juanito, dos damas «que pudieron reinar en España», es decir, Gabriela de Saboya y Olghina de Robilant. ¡Ah! Gabriela mantiene todavía una elegancia y un porte exquisitos. Decía: «Nunca quise casarme con él. Hubiese tenido muchos celos, y él estaría en su casita de El Escorial...». ¡Ahh! Parece que Gabriela conoce bien el asunto. La casita de El Escorial, efectivamente, es la que luego se ha hecho famosa: era donde se ocultaba Corinna.

 

Este retrato televisivo dibuja un príncipe desdichado. Casi provoca pena. Contrasta con lo que después, en su vida de Rey, hemos conocido.