El relato de los hechos

Un reino por un libro

En los anaqueles de las librerías surge ahora un nueva etiqueta de clasificación, la historia inmediata

JOAN BARRIL

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Hace unos años andaba por las calles ya pacificadas de Medellín por el entonces alcalde Sergio Fajardo cuando vi que en muchos cruces de la ciudad unos vendedores ambulantes se acercaban a los conductores detenidos ante el semáforo y les ofrecían sus pequeñas mercancías. No vendían ni chicles ni paquetes de kleenex. Lo que esos vendedores de semáforo ofrecían a los automovilistas eran libros. Y no libros de ocasión, sino libros editados hacía poco. Naturalmente los libros se habían gestado en alguna industria pirata de la impresión. El papel era de peor calidad y las cubiertas no tenían la prestancia de las que se encontraban en las librerías. Naturalmente el precio era mucho más bajo y, probablemente con ese gancho, los conductores no dudaban en comprar uno o dos ejemplares. Pensé que Colombia era un país con grandes aficiones lectoras y que eso era un acto que ennoblecía la creación. Pero al mismo tiempo tuve que reflexionar sobre el fraude que significaba la impresión de libros cuyos réditos jamás llegarían al escritor.

Esa escena pasaba en la calle, ahí dónde la más blanca de las novelas iba a parar a la economía en negro. Pero era un símbolo de que los libros todavía sirven para algo, para esclarecer al lector o para embrutecerlo, para hacer la hagiografía de un personaje o para que el autor llegue a creerse que manda más que el gobernante. Eso es lo que ha sucedido la semana pasada con la publicación del libro de Pilar Urbano La gran desmemoria. Con el cuerpo de Suárez caliente sale la periodista a contar aquello que nunca se contó. Urbano tenía 41 años cuando se produjo el golpe de Estado de Tejero y ahora, más de 30 años después sale un libro en el que se cuenta aquello que todo periodista aspira a publicar y que no es otra cosa que «toda la verdad». Lo que sucede es que la verdad también es biodegradable y que cuando la verdad se encierra en cajas de vanidad, de rencor o de mesianismo, acabamos obteniendo una verdad carcomida y dudosa.

En las pocas librerías que quedan se ha impuesto una nueva clasificación de los anaqueles en los que los libros esperan la mano curiosa del posible lector. Ya no es ni literatura, ni viajes, ni poesía ni filosofía. Ahora no es extraño encontrarse ante una pared llena de estantes en los que el librero ha puesto la etiqueta historia inmediata. Un curioso oxímoron el que rezuman esos ejemplares. La historia, para llegar a ser tal, ha de reposar y ser sometida a cuantos análisis sean necesarios. La gran desmemoria ha tardado bastante en entrar en la memoria de la autora. No es de un periodismo modélico ir a la redacción de cualquier periódico o escribir un libro diciendo que no corre prisa, que ya lo publicará dentro de 33 años. O a la semana siguiente de la muerte de uno de sus protagonistas. La historia inmediata vista desde Madrid es una sucesión de prosas cortesanas en las que se cuenta aquello que pudo haber sido y que tal vez no fue pero que nadie puede desmentirlo.

Lo mismo sucede en Catalunya en lo que podríamos llamar la historia de la ensoñación. En esos libros nacidos de la necesidad de mantener el ánimo por una causa se trata de ofrecer el itinerario de llegada del laberinto catalán. El libro de Urbano es mero rumor. Los libros conmemorativos que salen estos días con aroma de 1714 son claros objetos del deseo. Pero los historiadores no están allí para separar la maledicencia de la realidad ni para contrastar con los hechos aquello que todavía no sabemos si va a suceder. No son libros de ideas, sino literatura de entretenimiento entre la zarzuela de Ruperto Chapí El Rey que rabió y Regreso al futuro.

Pero lo de doña Pilar Urbano es otro cantar. Ella que es autora de un libro del 82 Con la venia, yo investigué el 23 F, ¿cómo ha tardado tanto en sacar el resultado de sus investigaciones? Al Rey le caen yernos, elefantes, amigas alemanas y ahora un libro de una confidente de la reina. ¿Realmente en estas condiciones hay alguien que pueda jactarse de decir toda la verdad? A fuerza de libros como estos y de secretos oficiales España es hoy un país de descreídos y de pocas esperanzas. Media España dice buscar la información, pero en realidad lo que realmente busca es la confirmación de sus propios prejuicios. La verdad, a veces hay motivos para ir a buscar este tipo de libros de historia inmediata o de historia del deseo a los semáforos de Medellín, ahí dónde un libro ayuda a triunfar a esos conspiradores galdosianos a los que se ha sumado ahora la numeraria Pilar Urbano.