Análisis

Un periodista, por fortuna, nada neutral

Vinader discrepaba de quienes predican que la misión del periodista no es conseguir la paz, acabar con las violencias o apoyar a que se haga justicia

ANTONIO FRANCO

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La gente decente debe despedir a Xavi Vinader con mucho respeto y gratitud porque se volcó precisamente al servicio de este tipo de personas. Inmenso periodista, queda para la historia de este oficio como uno de sus grandes referentes durante los años de la Transición y, ay, de los años de inmediatamente después, cuando el periodismo incómodo para los poderes fue desapareciendo de la primera línea y quedó en buena medida aparcado como pasado de moda junto a cosas tan imprescindibles como las reclamaciones populares de los derechos, la exigencia de honestidad a los políticos, o los esfuerzos para modernizar los mecanismos y las instituciones democráticas. De todas esas cosas que ahora muchos quieren recuperar.

Vinader fue un especialista del periodismo de investigación. Tozudo, trabajador, incansable, se hizo periodísticamente grande buscando debajo de las piedras y detrás de los silencios las puntas de los finos hilos de los que se podía tirar para reconstruir historias delicadas, incómodas e importantes. A los compañeros a veces nos daba vértigo su intrepidez cuando iba de frente y sin protección a sitios oscuros para entrevistarse con personajes problemáticos y obtener datos sobre abusos, corrupciones, violencia, o conductas hipócritas.

Decía que la gente decente debe despedir ahora a Vinader con mucho respeto aunque solo sea porque la gente indecente le odió mucho y trajinó contra él por considerarle un enemigo preferente. Armado solo con una agenda formidable, resultado de sus estrechos contactos con los movimientos sociales y con gente agredida por la vida, Xavi dignificó su profesión pese a que tuvo que engullir muchos malos tragos. No le querían ni los grandes ni pequeños deshonestos de nuestra sociedad, ni las tramas negras de los nostálgicos del franquismo, ni los nuevos ricos engordados en las operaciones comerciales, urbanísticas y políticas de los años del asentamiento democrático.

La desaparición física de Vinader coincide con un amplio debate del mundo del periodismo sobre la neutralidadXavi era independiente pero no neutral, y discrepaba de quienes predican que la misión del periodista no es conseguir la paz, acabar con las violencias o apoyar a que se haga justicia, sino limitarse a explicar lo que sucede. Creo que Xavi pensaba que los periodistas, por jerarquía moral, deben defender aquellas cosas por su condición de hombres, y luego, además, han de contar lo que sucede con honestidad. A mí me gustaba Vinader por estar en esta línea.