Un metro al aeropuerto, ¡qué suerte!

Barcelona y su área metropolitana han tenido que esperar hasta febrero del 2016 para tener una valiosa infraestructura

La línea 9 a El Prat, ayer, durante el viaje que hizo el nuevo 'conseller' de Territori, Josep Rull.

La línea 9 a El Prat, ayer, durante el viaje que hizo el nuevo 'conseller' de Territori, Josep Rull.

BERNAT GASULLA

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Doce de febrero del 2016. Es la época de las redes sociales, la realidad virtual, las telecomunicaciones, las nubes, la sociedad 3.0, la transparencia de las instituciones, las guerras informáticas, los hackers, los trolls, los drones, el internet de las cosas y muchas otras modernidades. Es en tal día como este 12 de febrero del 2016 que Barcelona, la capital europea de moda a la que todos quieren venir, y su populosa área metropolitana comenzarán a gozar de un lujo asiático: un metro que llegue hasta el aeropuerto de El Prat, uno de los aeropuertos con más tráfico del sur de Europa. Sí, amigos, hasta el 12 de febrero del 2016 Barcelona y su aeropuerto no han tenido conexión por ferrocarril suburbano.

Hasta este día, eso sí, nuestros gobernantes, tan celosos de la importancia del transporte público para la movilidad de los ciudadanos y, consiguientemente, para su prosperidad económica, nos han obsequiado con otras infraestructuras valiosísimas. Antes que el metro al aeropuerto hemos tenido, gracias a ese proverbial tino para decidir las inversiones, una red de Cercanías puntual, moderna y a prueba de fuego, unas carreteras libres de peajes que conectan las poblaciones metropolitanas más ricas y productivas, un aeropuerto de Alguaire en el que bulle la actividad, una trama de alta velocidad ferroviaria similar al mejor tren tranvía con estaciones en páramos desérticos, un puerto conectado a las líneas férreas de mercancías, un corredor mediterráneo que nos acerca a nuestros socios europeos.Y, si salimos de Catalunya, podemos disfrutar de un AVE que une el desierto con la nada, además del celebrado aeropuerto de Castellón.

Nosotros, como siempre pejigueros, nos quejaremos a partir de este 12 de febrero de que se tarda mucho en llegar (¿Han ido en metro a Heathrow?), de que cuesta mucho (¿Han ido en metro al Charles de Gaulle?) y de la marginación de los usuarios de la T-10, en comparación con los abonados a la T-50/30. Nosotros, como siempre, nos quejaremos de la L-9 sur, de una infraestructura que no ha llegado hasta --es una pésima broma-- el 12 de febrero del 2016.