Análisis

Un cambio frágil

El movimiento de Mas busca reanimar al espectro electoral soberanista, últimamente inquieto o desconcertado

TONI AIRA

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Cuando una cara (o dos) valen más que mil palabras. En política también funciona así. Como cuando en España José Luis Rodríguez Zapatero vio claro que había un problema con la vivienda y creó un ministerio con ese nombre. ¿Para qué? Para transmitir el mensaje de que estaba en ello y que para él era una prioridad. ¿Solucionó el problema? No. Pero la idea con el nombramiento era, sobre todo, decir a la población que aquel frente para él era una prioridad. Ahora Artur Mas ha hecho lo mismo, salvando todas las distancias.

Y la distancia entre un Gobierno de Estado y uno de comunidad autónoma es mucha. Y la distancia entre aquel abril del 2004 (mucho antes de la crisis) en que María Antonia Trujillo estrenó ministerio y el momento actual, con la caja de la Generalitat vacía, también es grande. Al igual que es muy diferente el factor temporal, porque Zapatero entonces estrenaba mandato y ahora Mas se encamina hacia unas elecciones en poco más de medio año, que serán las segundas (¿y últimas?) que afronta como president. El contexto da para lo que da. En este caso, para dos comisionados.

¿Y qué quiere proyectar Mas? Varias cosas con un mismo gesto. El president sabía que antes de las elecciones tenía que hacer algo. No podía modificar estructuras internas (con nuevos consellers y los respectivos equipos) que cuando hubieran estado recolocadas y en funcionamiento ya tendrían las elecciones encima. Pero podía, y eso ha hecho, tratar de reivindicar las tres grandes patas de su proyecto político, que a día de hoy son las que describen las tres grandes dimensiones del tablero político catalán: el eje nacional, el eje social y el de la regeneración democrática. En todos estos frentes Mas ha de transmitir un mensaje de cambio.

El 'monotema' soberanista

Le dicen que su monotema es el proceso soberanista. Respuesta: el Govern gobierna y prioriza la acción social, como ayer destacó mucho durante su comparecencia. Sus socios de Esquerra y lo que se conoce como el votante «hiperventilado» dicen que no se está impulsando suficientemente la construcción de estructuras de Estado y el camino hacia la independencia. Respuesta: nombra a Carles Viver Pi-Sunyer, persona solvente que no asusta a nadie moderado, y que a la vez es buen interlocutor y reconocido en el ámbito soberanista. Y por último, en el tercer eje, está el caso Pujol y toda la sombra de la corrupción que salpica a CiU y su imagen. Respuesta: Mas impulsa la transparencia con una comisionada, Núria Bassolsque ya había trabajado en ello, pero en un segundo plano. La idea, ahora, es que con ella la cuestión obtenga rango de prioridad a ojos de la ciudadanía.

¿Todo ello aportará nuevo voto? No es la idea. Y es que el movimiento de Mas, atendiendo al manual, busca sacudir el propio cuadro electoral. Es decir, busca impulsar y reanimar al electorado propio, el espectro electoral soberanista, aquel que se ha identificado en los últimos tiempos como desconcertado o inquieto. Este público, para CiU, es lo que la ciencia política identifica como el votante frágil, susceptible de perderse, sobre todo en manos de la abstención. Y Mas quiere evitar que eso suceda.