ANÁLISIS

Un 'caloret' en la nuca

TONI AIRA

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Los había más fuera que dentro. Pablo Iglesias, Susana Díaz, Albert Rivera, Esperanza Aguirre, el proceso soberanista y unos cuantos más (millones de ciudadanos) no estuvieron ayer en el Congreso de los Diputados, pero en realidad sí. Su 'caloret', en terminología de Rita Barberá, lo notaban sus señorías en la nuca, y más de uno podría haberse excusado, después de su discurso, con algo parecido a lo que adujo el lunes la alcaldesa de Valencia sobre su momento de vergüenza ajena en el balcón del Ayuntamiento, fallando entre falleras: "Me quedé en blanco". Los nervios lo habrían justificado a ojos de una mayoría. Los nervios preelectorales, concretamente.

Mariano Rajoy ayer notaba en su nuca el 'caloret' de las elecciones municipales y autonómicas, y el de protocandidatos como Aguirre y unos cuantos más naturalmente inquietos a la espera de que el dedo divino del líder los unja como cabezas de lista para poder poner en marcha la campaña oficialmente. Y él, que se quiso reivindicar (demasiado) como el gran candidato con un mensaje subyacente claro: «Si ganamos, será gracias a mí». Eso ante un Pedro Sánchez de estreno, que sentía ayer (mucho) el 'caloret' de Podemos y el de enemigos íntimos suyos como la presidenta andaluza. Todo ello influyó en su intervención, bastante en falso.

Pero a Rajoy, a quien el siempre afilado Antón Losada ha descrito en su libro 'Código Mariano' como un verdadero 'killer' político que tiene como gran virtud haber vendido a todo el mundo que a él esto del poder y de la política ni le viene ni le va, los nervios le traicionaron. Eso o la soberbia, o las dos cosas a la vez. Pero el caso es que su tono hacia el líder de la oposición tuvo tramos desagradables, por displicentes. "Ha sido patético", cerró el presidente del Gobierno su última frase de réplica a Sánchez. Y así se refería a su contrincante, no al conjunto del intercambio, que sin duda habría merecido, por vacío, este apelativo.

INCOMODIDAD DE DURAN

¿Y Josep Antoni Duran Lleida? Palpaba el 'caloret' del proceso, que es evidente que le es muy incómodo porque, como representante de CiU, durante buena parte de su primera intervención hizo como si la cosa no fuera con él y la dejó para un tramo final de su discurso bastante confuso. Tanto, que después Rajoy casi ni se molestó en dedicar ni unos minutos a la cuestión, como de pasada y recitando las frases de siempre, con el mismo entusiasmo con que el portavoz de CiU en el Congreso había hecho mención de la cosa.

¿Y los pequeños? 'Caloret' en la nuca para todo. Porque un Alberto Garzón (IU) muy atropellado es evidente que nota el de Iglesias, igual que a Rosa Díez (UPD) le pasa (y le pesa) con el de Albert Rivera y Ciutadans.

Todos ellos, se notaba, sentían en su nuca el 'caloret', el aliento calentísimo de una ciudadanía a tocar de unas elecciones. Notan 'caloret' y nos quieren hacer creer que es calor en favor de las respectivas siglas. Pero todos sabemos que no es así. Ellos también. Y así van.