Un buen uso del Photoshop

ENRIC HERNÀNDEZ

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Mito o realidad, se cuenta que hace más de dos siglos un joven de Leicestershire (Reino Unido) de nombre o apodo Ned Ludd, quemó varias máquinas textiles en protesta por la degradación del proletariado que ya estaba acarreando la entonces incipiente Revolución Industrial. Su gesta dio nombre al ludismo o antimaquinismo, movimiento surgido de la clase obrera y artesanal británica que, pese a sus violentas prácticas, no logró detener el curso de la historia ni la evolución de la tecnología. Con el paso del tiempo deberíamos haber comprendido que el mal no anida en los descubrimientos científicos ni en los avances tecnológicos, sino en el buen o mal uso que de los mismos hace el ser humano.

Para quien no lo sepa aún, el Photoshop es un programa de edición gráfica que permite depurar, perfeccionar o mutilar -según si se hace del mismo uso o abuso- imágenes reales. El programa se ha popularizado a raíz de las quejas de Inma Cuesta Inma Cuesta, aunque pocas actrices y modelos se resisten a la 'cosmética' digital. Pero, simultáneamente, la edición británica de la revista 'Elle' ha empleado la técnica del Photoshop para un noble fin: denunciar que si se pudiese borrar digitalmente a los hombres de las esferas del poder, estas quedarían prácticamente desiertas por la escasa presencia femenina. El vídeo y las fotos de la campaña #Morewomen son harto elocuentes.

Pasemos este vergonzante Photoshop sobre nuestras instituciones: Tribunal Constitucional (dos magistradas sobre 12); Gobierno de España (cuatro mujeres frente a 10 hombres); Congreso, Senado y Parlament de Catalunaya (poco más de un tercio de parlamentarias). Idéntico ejercicio, y con resultados igual o más decepcionantes, podemos hacer en los consejos de administración de las grandes empresas españolas. O, sin ir tan lejos, en el organigrama de este diario.

Un mercado masculinizado

El masculinizado mercado laboral expulsa y penaliza salarialmente a la mujer al no apostar por la meritocracia sino por el presencialismo, incompatible con la vida personal y familiar. La igualdad no se logrará con retoques cosméticos; habrá que intervenir a fondo.