Análisis

Un buen regalo de Reyes

Aún no estamos para correr el maratón, pero el tratamiento da buenos resultados y el organismo está respondiendo

ANTONIO ARGANDOÑA

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Dicen que las buenas noticias no venden. Pero hay excepciones. Cada vez que el médico nos dice que seguimos mejorando de nuestras enfermedades, volvemos a casa más contentos. Pues eso es lo que nos pasa cada vez que nos dan la noticia de que el paro ha descendido. Aún no estamos para correr el maratón, pero el tratamiento está dando buenos resultados y el organismo está respondiendo.

El tratamiento médico fue la reforma laboral: parcial, incompleta, pero positiva. Mano de santo. Ha permitido a las empresas recuperar la capacidad de crear empleo al bajar los costes laborales y aumentar la flexibilidad. El organismo que ha respondido bien es la sociedad española. La demanda está aumentando apoyándose en el consumo, en la inversión y en las exportaciones. Está aumentando también gracias a la misma creación de empleo, que da confianza. Si entras en el despacho del gerente y te dice: «Pasa, pasa, mira los folletos de la nueva máquina que vamos a comprar», salimos del despacho diciendo: «Mi jefe no está planeando un ERE, sino que está pensando en invertir». Y eso es lo que da confianza.

Todos podemos apuntarnos un éxito. Las familias, que han aguantado el tirón de la crisis y han fortalecido su confianza, como muestran las ventas en estas fiestas. Las empresas, que han hecho el esfuerzo inversor y exportador y han creado confianza. Los trabajadores, que se han puesto las pilas, y los parados, que han buscado los empleos. El Gobierno, que hizo los deberes en materia de contención fiscal, de reforma laboral y de devolución de la confianza que pedían los mercados financieros. Con la ayuda del Banco Central Europeo y el beneplácito de la señora Merkel

La enfermedad va para largo

Me comentaba hace unos días un amigo médico que, cuando a un enfermo de cáncer le dan el alta, la reacción de los de su entorno es la de exigirle que se encuentre bien: «No nos des más sustos», le dicen. Y el pobre enfermo tiene que poner buena cara aunque siga fastidiado. Quizá nos pasa algo parecido cuando hablamos del paro: ya se ha acabado, ¿no? No, claro. Quedan cuatro millones y medio de parados, los nuevos contratos son precarios y los salarios, bajos: la enfermedad sigue ahí, y va para largo. Tardaremos muchos años en volver a la euforia de antes de la crisis.

Habrá que revisar el tratamiento: la reforma laboral no es la definitiva. Pasaremos malos ratos cuando la creación de empleo perderá fuelle. Algunos se cansarán de luchar, otros criticarán al médico, o se enfadarán con el enfermo, porque les parecerá que no hace todo lo que debería. Por eso me parece que hemos de celebrar las buenas noticias: que cuando el enfermo, medio curado, llegue a casa, se encuentre con un gran abrazo y una felicitación. Y cuando nos entre la depre, recordemos de dónde venimos y felicitémonos. Porque el éxito es de todos nosotros. El regalo de Reyes ha sido generoso. Mañana hay que volver al tajo.